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Entrevista:Xosé Manuel Beiras | Candidato a la Xunta por el Bloque Nacionalista Galego (BNG) | Elecciones en Galicia

'A Fraga hay que echarlo de la política'

Xosé Manuel Beiras Torrado (Santiago, 1936) empezó siendo el único diputado del Bloque en el Parlamento de Galicia, en 1985. Aquella fue la legislatura de su estridente zapatazo al estilo Jruschov. Ahora, el BNG es la segunda fuerza política gallega y también tiene voz propia en el Congreso de los Diputados y en el Parlamento Europeo.

Xosé Manuel Beiras se siente más gratificado como universitario que como político, pero es el testigo de cargo del irrefutable desarrollo del nacionalismo gallego. Cuando se prestó a la entrevista, Estados Unidos acababa de iniciar los bombardeos sobre Afganistán.

Pregunta. Esta guerra es 'una medida de higiene', dice Fraga...

'Yo nunca consideré un triunfo de la democracia que Franco muriera en la cama'
'Procuro que en el BNG no se crea que soy indispensable, pero nadie desea que me vaya'

Respuesta. Eso dice bastante de su talante. Le parece muy bien la ley del talión, esta guerra de revancha. Resulta que trata de implicar, cuando no acusar, a los nacionalistas de violentos, y aquí estamos: él apoyando la guerra, y yo, que soy nacionalista, tratando de buscar formas civilizadas de resolver el conflicto. La guerra es la forma de violencia más grave, es un atavismo de la historia y siempre constituye un crimen.

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P. ¿El BNG va a pronunciarse específicamente sobre ella?

R. No es necesario. El BNG ya se define en sus principios fundacionales, de 1982, como pacifista, antimilitarista y antiimperialista. Hay muchas razones para pensar que esta guerra no es legítima . Es lamentable que haya Gobiernos que se alinean sin cuestionar nada, de manera acrítica, con un seguidismo servil, en decisiones tomadas por George Bush que ponen de manifiesto una incultura democrática e histórica, de lo que es el mundo, que realmente pone los pelos de punta, da pánico.

P. ¿Teme que el desarrollo de la guerra pueda incidir en las elecciones?

R. Nada tienen que ver, evidentemente. Y sería gravísimo que la cúpula del PP intentase aprovechar la situación para hacer transferencias y sugerir similitudes... En cierto modo lo están haciendo. Pero quiero confiar en que sean civilizados, honestos y prudentes. Y no suicidas, porque la ciudadanía gallega no está para estas bromas, y conoce muy bien el talante y la práctica política del BNG. La violencia está en sus antípodas.

P. De vez en cuando, sin embargo, se le pone bajo sospecha...

R. Sí, entre el otoño de 2000 y la primavera de 2001 pasamos por una de esas fases por causa de la violencia de ETA en el Estado. Los acuerdos del PP y el PSOE repercutían en Galicia, se nos puso cerco y se nos provocó para forzarnos a suscribir contratos de adhesión que no respondían directamente a la violencia de ETA, sino a imputaciones de sospechas sobre el nacionalismo democrático. Pero nosotros dimos pruebas de que éramos capaces de mantener la serenidad, de conectar con la ciudadanía e incluso de presentar una moción de censura que partió esa dinámica.

P. Pero la censura nació condenada a no tener éxito...

R. Quizás no llegó a entenderse en su momento, pero marcó un antes y un después en las relaciones de la ciudadanía con los partidos implicados en el proceso electoral. Sirvió para centrar el debate en los problemas de Galicia: ¿no es eso lo que correspondía, en lugar de hablar de problemas sobre los que tenemos que posicionarnos y actuar en el ámbito del Estado, pero que no son problemas gallegos? Y en poco tiempo Fraga cesó a dos conselleiros y decapitó el grupo parlamentario y la Xunta, excluyendo a casi todos de las listas electorales. Eso nos indica que ganamos la moción de censura.

P. Él lo llama renovación. El BNG, en cambio, de obtener similares resultados que en 1997, repetiría la composición de su grupo parlamentario: ¿no tienen interés ustedes en la renovación?

R. ¿Acaso la renovación de una fuerza política consiste en la renovación de su grupo parlamentario? ¿Acaso una fuerza política es su grupo parlamentario? Hay una deriva que trata de limitar la política a lo institucional, y eso acaba generando una anemia democrática brutal. En el BNG es tan importante el concejal que trabaja en solitario en A Gudiña como un diputado o cualquier cuadro que ni siquiera aparece en las listas municipales. El rendimiento de nuestros diputados ha sido muy satisfactorio, no se han limitado a apretar el botón para votar. Todos han participado en los debates en comisión y en los plenos con un buen balance: ¿por qué habría que cambiarlos? A las asambleas comarcales se les pidió que sugirieran nombres, y tampoco hubo ninguna propuesta de relevo. Todo este revuelo de la renovación lo suscita Fraga porque él no se renueva, pero tiene que decir que renueva el partido. Y hay otro dato: las listas del BNG incluyen un 50% de mujeres, conocidas por su trabajo en distintos ámbitos y no floreros, como pasa en el PP.

P. ¿Es el BNG un desconocido fuera de Galicia?

R. Creo que sí, y no porque haya intención de satanizarnos por parte de nadie. El BNG comenzó a concitar atención en el Estado cuando superó al PSOE en las anteriores elecciones. Entonces adquiere carta de homologación, después CiU lo considera interlocutor válido y acaba firmando la Declaración de Barcelona. También emerge entonces algo que la Constitución reconoce, que hay tres nacionalidades históricas. El nacionalismo gallego es el menos conocido, por atípico y por el menor peso de Galicia en la política del Estado. El PP sataniza el nacionalismo por el mero hecho de criminalizar la disidencia, siguiendo la pauta del pensamiento neoliberal, y en ello abunda la deformación interesada que ofrecen algunos grupos mediáticos vinculados al poder. Pero, con todo, no creo que el BNG suscite recelos o reticencias en la ciudadanía española.

P. Usted monopoliza la imagen del BNG fuera de Galicia. ¿Lo busca, lo acepta como una fatalidad...?

R. Yo tengo una imagen en las élites políticas y culturales porque desde muy joven mantengo una densa relación con personas eminentes de mi generación, y luego con gente del espacio socialista, como creador del PSG en 1973. Me resulta fácil la sintonía con unos y otros porque saben quién soy, una especie de testigo de la cultura nacionalista gallega. Y el que una persona se convierta en el rostro de una organización me parece lógico por el sistema mediático en que estamos. Pero yo tengo una visión muy desmitificadora de los liderazgos carismáticos. Nadie puede convertirse en la clave de bóveda de una organización política, es muy arriesgado: das un martillazo y todo se viene abajo. Y además invita al caudillismo, que en versión reaccionaria es el fenómeno Fraga.

P. Pero usted también está dispuesto a continuar...

R. Yo soy un personaje atípico en la plantilla de actores de la Comedia, en el sentido histórico italiano. No estoy en política por la ambición de hacer una carrera personal y me cuestiono constantemente, a cada tramo, mi trabajo político. Y digo lo que pienso. Procuro que en el BNG no se crea que Beiras es indispensable y, no debería decirlo yo, pero nadie desea que me vaya, ni siquiera siendo soluble, como es, que yo dejase mi papel. El más tentado siempre a dejarlo he sido yo mismo. A Fraga le obliga el partido a presentarse de nuevo porque el relevo no está resuelto, porque lleva con él un caudal de votos.

P. ¿No se precipitó usted al airear que sufría una enfermedad terminal?

R. Yo dije lo que estaba corrido por todas partes, en todos los cenáculos... No fue exactamente una hernia discal lo que le operaron, según fuentes médicas de confianza. Y en una entrevista amplia, en Argentina, dije que Fraga representa la inestabilidad porque no está resuelta la sucesión y hay gran preocupación en el PP porque está muy enfermo. El problema es que yo digo lo que los demás no dicen abiertamente. Pero a los adversarios políticos, máxime si son enemigos, en un sentido no bélico, sino político, hay que echarlos de la política. Yo nunca consideré un triunfo de la democracia que Franco muriera en la cama, eso fue una frustración que tuvo consecuencias en la ciudadanía. Soy uno de los pocos antifranquistas que no abrió entonces el champán, porque lo lógico es que los poderes democráticos lo hubieran echado. Pues lo mismo Fraga. Para mí no tiene mayor interés que un adversario político sufra una enfermedad y desaparezca del mapa, pero si se me pregunta, digo lo que sé.

P. ¿Qué le ha dado más satisfacción, la cátedra o la política?

R. Me siento análogamente satisfecho de las dos tareas, pero más gratificado con mi trabajo universitario. La Universidad es mi mundo propio, más que la política, que no deja de ser un combate.

Xosé Manuel Beiras, líder del BNG.
Xosé Manuel Beiras, líder del BNG.LALO R. VILLAR

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