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Reportaje:Mundial de fondo en carretera | CICLISMO

El señor Arco Iris

Óscar Freire rompe todos los esquemas: corre poco, pero gana mucho

Carlos Arribas

Ocurrió este verano en la Vuelta a Burgos. Sprint masivo, rivales anónimos y victoria de Óscar Freire, el despistado. Había dos pancartas, la de la meta y otra unos metros más allá. El cántabro se pensó que la buena era la segunda y vio tranquilo cómo sus rivales desarrollaban la maniobra. Tranquilo y extrañado. 'Están todos parados', pensó. Él aún no se había levantado del sillín y los que le rodeaban eran como un cuadro falso, puro fingimiento, cara deformada en paroxismo anaeróbico, agónico, y, sin embargo, no se movían. Luego, en la siguiente centésima de segundo, a Freire le dio por pensar que quizá no fuera la segunda sino la primera pancarta la de la llegada: 'Así que me levanté por si acaso y empecé a sprintar'. De dos pedaladas, superó a todos, cruzó la meta y siguió pedaleando sin levantar los brazos por si acaso. Y sólo cuando vio que nadie le seguía, que los demás le miraban atónitos, derrotados, frenando, comprendió que la línea buena era la primera. Levantó los brazos y sonrió.

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Éste es Freire. 'Es único', dice Aldo Sassi, el médico, el jefe del Mapei; 'tiene el don de la entrenabilidad, un elemento que lleva en los genes, una característica que le permite encontrar su plena forma con poco entrenamiento'. La victoria de Burgos llegaba en la primera carrera en que Freire, el de la mala suerte, disputaba tras la Vuelta a Alemania, hacía tres meses, en mayo. Antes, una gastroenteritis le había tenido un par de semanas en el hospital y dejado sin Tour. Y antes, seis meses sin competir, dolor de espalda, lesión muscular, vertebral, ciática, ósea, vaya usted a saber. En Alemania ganó a Steels y Zabel un sprint en su tercer día de competición. Otra muestra de su entrenabilidad: en más o menos 150 días de competición en cuatro años de profesional, ha logrado 15 victorias. Entre ellas, dos Mundiales en tres años, Verona 99 y Lisboa 01, y un bronce, en Plouay 00. Un hombre y su carrera. Miguel Indurain, monsieur Tour, y Freire, signore Arcobaleno (arco iris), los dos lujos del deporte español. Antes de Indurain y sus cinco Tours, el ciclismo español había ganado tres en 90 años. Antes de Freire y sus dos Mundiales, sólo llevaba uno en 70, el de Olano en 1995.

Lo de Alemania, lo de Burgos, lo de ayer y todas sus llegadas son una muestra también de su otra increíble capacidad, de otro don que hace de él un extraterrestre: su gran calidad muscular. Unos músculos únicos, resistentes como ninguno y explosivos. Una musculatura que le permite de dos zancadas sacar la rueda a quien sea en condiciones iguales.

Y eso no es todo. Sassi añade: 'Lo que de verdad hace único a Freire es su calidad humana, su sencillez, su calma. Ha ganado todo lo que ha ganado y no se le ha subido a la cabeza. No se ha creído Dios como otros'.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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