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Hacia un nuevo calendario

La formación no reglada participa de los pilares básicos de la educación descritos por la Unesco: también se adquieren en ella el aprendizaje del ser, del convivir, del conocer y del crear. Se imparte en las llamadas actividades extraescolares -que deberíamos tratar únicamente como extralectivas-, el transporte y la acogida, el mediodía, las actividades de ocio y refuerzo curricular realizadas fuera del horario lectivo, las salidas, los casals d'estiu, las colonias. Actividades todas ellas impartidas por la escuela o el instituto e integradas en sus proyectos educativos.

Desde este punto de vista, negamos la consideración de las actividades extralectivas como el paradigma de la dimisión de padres y madres de sus obligaciones educativas hacia los hijos. Este discurso interesado denota reconocer públicamente que sólo hay más de lo mismo, insuficiente inversión económica en educación y bienestar. La reforma del sistema educativo ha traído consigo la integración de muchas familias en una educación entendida como actividad compartida que exige cooperación de los distintos agentes que la realizan: familia, escuela, entidades de recreo y ocio, y entidades sociales de la vida de los pueblos y las ciudades.

Para optimizar la participación de las familias en la acción educativa debe existir un acuerdo social que establezca la administración del trabajo entre los diferentes agentes educativos. Hay que empezar por un encuentro armónico entre los distintos calendarios. Para trabajar conjuntamente sería ideal desprendernos de la actual desincronización.

Tenemos obligaciones -económicas, culturales, laborales- para con la sociedad, que son necesarias para la formación y el mantenimiento de nuestra condición de ciudadanos responsables y que no deben hacerse incompatibles con ser padres. El valor de esta medida, la recomposición del calendario escolar, reside en que podamos compartir el tiempo de ocio con los hijos sin presiones ambientales derivadas de tener que cumplir a la par nuestras obligaciones sociales. Todos nos merecemos el disfrute pleno y conjunto del tiempo de ocio. Así pues, ¿qué puede tener de malo posibilitar que este premio lo disfrutemos conjuntamente padres e hijos de forma más repartida a lo largo del año?

Nos apoyamos en un sentimiento generalizado de insatisfacción respecto al reparto de las vacaciones de los alumnos, apelamos a la comunidad educativa, Administración incluida, para resolverlo entre todos. Creemos que el acuerdo, más temprano que tarde, será posible.

Joan Jordi Rossell es secretario de la FAPAC.

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