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Sin pasillo ni Kluivert

No hubo pasillo. Aunque el Barcelona estaba dispuesto a recibir al Alavés en Mendizorroza con los honores propios de un campeón, los jugadores vitorianos lo rechazaron. No quisieron saltarse la tradición más estricta, a pesar del antecedente del Espanyol hace 11 años tras su final de la UEFA.

Nadie duda de los merecimientos del Alavés, de la épica de Dortmund y de que esta semana se ha ganado la simpatía de media Europa. Pero lo que ahora necesita es algo mucho más material: puntos para regresar a la UEFA la temporada próxima. Por eso, por olvidar lo antes posible cualquier referencia a aquel partido, y porque no se sienten merecedores, los jugadores de Mané declinaron el pasillo. En su lugar recibieron los aplausos del Barça y de Mendizorroza, en la mejor entrada de este año en la Liga.

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El partido comenzó sin pasillo, y también sin Kluivert, que sí salió en la segunda parte. Una ausencia sujeta a muchas suspicacias. Desde luego, no se debe a las rotaciones. El Barça, para su desgracia, no las necesita hace unas semanas. Podría ser por su bajo rendimiento en los 45 últimos minutos del anterior partido contra el Rayo. Pero la interpretación más sencilla es otra, la factura propia a quien se deja querer por el enemigo, el Real Madrid, mientras negocia su renovación. Habrá que ver si el castigo a Kluivert por su desliz es esporádico o duradero.

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