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FÚTBOL | Selección española

Malas vibraciones

España sólo es capaz de derrotar a Japón en el tiempo de prolongación

José Sámano

Sin la bilis que le rescató frente a Francia, la selección se dio ayer un batacazo frente a Japón, un advenedizo en el planeta fútbol que ni siquiera ha pasado aún de la primaria. España se lo tomó a la ligera y cuando quiso maquillar la noche se sintió impotente, sin un manual del que tirar, sin recurso alguno. Sólo Baraja, y ya en la prolongación, evitó un sonrojo mayor, un borrón mayúsculo en el historial español. Pese al gol del valencianista, España dejó una sensación tan pobre como el resultado.

En el inicio, sólo Raúl, siempre Raúl, alivió una noche tediosa como pocas. El madridista no distingue los galones del contrario, su genética voracidad le impide bostezar, no importa cuál sea el cartel. Por eso Raúl fue el primero en tocar el tambor, cuando apenas transcurrido un cuarto de hora era evidente que el único rival de la selección era su propia pereza. Con un fútbol parsimonioso e indigesto ante un enemigo invisible, España pasó un rato a la intemperie mientras el público se distraía con la dichosa ola y el vuelo de las banderitas. Pero Raúl no entiende de faenas de aliño y decidió poner un poco de picante. Enchufó la directa, metió una nueva velocidad al partido y convirtió el choque en un duelo personal con Kawaguchi, el otro gran actor de la noche. El portero japonés le adivinó tres o cuatro remates de mucho calado, en realidad los únicos de la selección en la primera estación del encuentro, salvo algún otro zapatazo del madridista a un palmo de la portería nipona.

España 1 Japón 0

España: Cañizares (Casillas m. 75); Manuel Pablo (Puyol m. 66) , Paco, Nadal (Téllez m. 46), Sergi; Mendieta (Vicente m. 46), Guardiola (Sergio m. 75), Helguera (Baraja m. 31), Munitis; Raúl (Jose Mari m. 46) y Salva.

Japón: Kawaguchi, Hato, Uemura (Kawazawa m. 90), Morioka, K. Nakata, Hattori; Inamoto, Nanami (Myojin m 79), Ito (Suzuki m. 90); H. Nakata (Oku m. 86); y Takahara(*CF*) (Nishizawa m. 53).

Goles: 1-0. M. 90. Pase en profundidad de Munitis desde la derecha que sorprende a la línea defensiva japonesa y Baraja, rompiendo el fuera de juego, entra desde atrás para, solo ante el meta japonés, batirle por bajo.

Árbitro: Miroslav Radoman (Yugoslavia). Amonestó a Paco, Sergi, Hattori y Nakata.

Unos 15.000 espectadores en el estadio El Arcángel de Córdoba. Debutaron con la selección los jugadores del Alavés, Óscar Téllez, y del Milán, José Mari.

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Cuando la cosa no iba con Raúl el partido bajaba el telón. De un lado, un insulso rondo español en el centro del campo, con poco tacto en las orillas y sin un centrocampista desenganchado que irrumpiera por sorpresa en la patética defensa rival. Helguera era el destinado para esa misión, pero no dio señales de vida, y Camacho le retiró antes del descanso, al parecer por un problema en el tobillo, aunque el seleccionador le recibió con aspavientos a su llegada al banco.

Si España no tuvo chispa alguna, su contrario expuso lo que tiene: nada de nada. Es curioso lo de Japón, que en muchos momentos se defiende ligero de ropa, pero cuando se muda en ataque no sabe qué hacer. Es un engorro, porque todos sus movimientos están estudiados concienzudamente para no tener la posesión; cuando la tiene le supone un fastidio considerable, porque la pelota no obedece a sus pies. Además, pocas veces encaran al rival, son blandos en todas las zonas del campo y apenas tiran un desmarque por miedo a quedarse desnudos.

Frente a semejante enemigo, la selección se atragantó más de la cuenta por culpa propia. Sin frescura alguna, España impuso la velocidad más conveniente para Japón, un tran tran que permitía a los nipones aplicar sin problemas la lección aprendida.

El equipo de Camacho fue siempre muy previsible y ni siquiera la entrada de Baraja cambió el rumbo de los acontecimientos. España no espabiló nunca y, con Raúl en la ducha, hasta Kawaguchi se pudo tumbar a la bartola. Salva y José Mari apenas le inquietaron. Su palidez fue similar a la de sus compañeros.

A medida que pasaba el tiempo, el partido se convirtió en una cuestión de honor, con el prestigio de la selección en juego, lo que precipitó a todo el equipo y aumentó la confusión. Lo que iba a ser un mero trámite se convirtió en una seria amenaza, sin que nadie acertara con la solución. El equipo se fue atascando más y más, al tiempo que los japoneses daban un paso atrás y multiplicaban su empeño por lograr un resultado jamás soñado. España seguro que tampoco hubiera adivinado jamás una noche semejante, pero corren malos tiempos para la selección, que, exceptuado su ejercicio visceral ante Francia, ya no sólo sucumbe ante los grandes. Frente a los franceses -que recientemente trituraron a los japoneses- España expuso tanta rabia como poco fútbol y renunció a su estilo para conquistar un resultado. Como Japón no motiva tanto como los campeones del mundo, sin calentón alguno al grupo de Camacho sólo le quedaba el juego. Y hoy por hoy está justita justita. Malas vibraciones para un equipo que ha perdido glamour y transita un tanto desorientado, pidiendo a gritos que alguien acierte con un golpe de efecto que cambie el rumbo.

Mendieta intenta centrar ante la oposición de un jugador japonés.
Mendieta intenta centrar ante la oposición de un jugador japonés.MABEL GARCÍA

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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