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Holanda frena la expansión de Endesa en Europa al revisar la apertura de su sector eléctrico

La eléctrica española se comprometió a invertir 191.000 millones en la distribuidora Remu

La reunión del embajador holandés, Jan M.V.A. de Marchant con el primer ejecutivo de Endesa tuvo lugar la pasada semana, según han confirmado fuentes de la compañía española. En el encuentro, Miranda y Marchant analizaron las consecuencias que para ambas partes podría tener el frenazo y marcha atrás en los planes de liberalización del sector eléctrico holandés si el Gobierno de coalición del país, como parece lógico, atiende las demandas del Parlamento. La situación recuerda la polémica entre el Gobierno español y el holandés con ocasión del veto impuesto, por parte española, a la fusión de la holandesa KPN con Telefónica en 2000.

Endesa había hecho de Holanda, desde el año 1999, su campo de aterrizaje favorito en Europa (está presente también en Francia con la compra de SNET y se ha interesado por el mercado italiano). En 1999 tomó un 10% del Amsterdam Power Exchange, un mercado libre de energía en el que también participaban empresas como la belga Electrabel; ese mismo año, tomó el control de la distribuidora de gas y de electricidad de Eindhoven, NRE, con 275.000 clientes y en diciembre de 2000 apostó por la distribuidora REMU, de propiedad municipal, dueña de la red de gas y electricidad de la provincia de Utrech, con más de 800.000 clientes.

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Inversión

Sólo en esta última operación, que parecía consolidada, Endesa anunció una inversión de 191.000 millones de pesetas (1.145 millones de euros). Con NRE y REMU, la compañía que preside Rodolfo Martín Villa se convertía en la mayor distribuidora privada de distribución de energía de Holanda, con una cuota aproximada del 9% en los mercados del gas y de la electricidad del país.

Toda esa inversión está ahora en el aire. Oficialmente, Endesa señaló ayer que el proceso que se vive en Holanda, de revisión de la estrategia de venta en el sector eléctrico 'no está cerrado y habrá que ver cómo se desarrolla'. Sin embargo, en la compañía corren aires de preocupación.

Tras el fracaso de la fusión con Iberdrola, Endesa ha puesto el acento en la estrategia de diversificación y expansión internacional. Los problemas en Holanda, en cuya clase política ha podido influir la crisis registrada en mercados energéticos adelantados de la liberalización, como California (EE UU), son un contratiempo importante para la compañía española.

No obstante, el contratiempo puede ser sólo para la imagen y para la estrategia de la eléctrica, no para la caja de la compañía. Según explican con alivio fuentes de la empresa, la inversión en la holandesa Remu, comprometida, sellada y rubricada, estaba pendiente de la autorización del Ministerio de Asuntos Económicos holandés que dirige Gerrit Zalm, pero no se había pagado todavía una sola peseta. La toma efectiva del control de la gestión iba a tener lugar de forma efectiva en 2002. De esta forma, si el Gobierno holandés, del que forman parte los laboristas del PVDA, los conservadores del VVD y los liberal-progresistas del D66, atiende las recomendaciones del Parlamento y da marcha atrás en la liberalización, Endesa podría decir adiós al sueño de los Países Bajos sin demasiado quebranto.

La importancia de la inversión en Holanda fue destacada por el responsable de Endesa para Europa, Michael Reynolds quien en diciembre del pasado año aseguró: 'Esta transacción [la compra de Remu] se construye sobre la adquisición de NRE y está en línea con la estrategia propuesta de expandir nuestro negocio en países europeos clave, estableciendo posiciones de liderazgo en estos mercados. Esperamos trabajar con Remu y NRE para desarrollar estos negocios a partir de la plataforma holandesa'.

Fuentes conocedoras de la situación creada ahora, con esa 'plataforma' en peligro, aseguran que el Ejecutivo holandés ha informado ya a la compañía española de sus intenciones, hecho que no confirman las fuentes de Endesa consultadas. Éstas destacan en todas sus manifestaciones la palabra 'prudencia'. La marcha atrás en la apertura del mercado eléctrico, recuerdan, no sólo afecta a una compañía española. Afecta también, entre otras a la alemana RWE. Y Alemania, obviamente, tiene un peso determinante en la región.

Recelos

Holanda no es el único país que contempla ahora con recelo la entrada de grandes compañías extranjeras en un sector estratégico como es el de la energía, donde no todos los experimentos de liberalización están dando los resultados perseguidos de más competencia, buen servicio y moderación de los precios.

En el caso español, el Gobierno mantiene desde el año 1999 -mediante una enmienda que se introdujo en la Ley de Presupuestos- la potestad de vetar la entrada de empresas extranjeras participadas por capital público en el sector energético.

Esa posibilidad de veto se ha esgrimido, al hilo de la batalla por el control de la eléctrica asturiana Hidrocantábrico, con la francesa EDF -con mayoría de capital público-, con la portuguesa EDP -pública en un tercio de su capital- e incluso con la alemana ENBW, en la que EDF controla más de un 30% y los municipios alemanes otro tanto.

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