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Reportaje:INTERNACIONAL

Un 'oscar' para productos solidarios

Paul Newman se muestra como un sagaz empresario con la venta de alimentos orgánicos

Los ojos azules de Paul Newman asoman en los supermercados norteamericanos. No, como pudiera pensarse, desde las portadas de las revistas, sino desde paquetes de productos alimenticios sencillos como aliños de ensalada o bolsas de aperitivos. Pero el actor de los dos oscars no está solo. En un guiño humorístico al subconsciente colectivo de sus paisanos, Paul posa también junto a su hija Nell, en un remedo del cuadro American Gothic, para vender productos orgánicos, un negocio que mueve miles de millones en Estados Unidos. La pareja, comprometida con causas de justicia social y medioambiental, dona los beneficios después de impuestos de sus empresas a organizaciones sin ánimo de lucro. Ya más de 100 millones de dólares (unos 18.000 millones de pesetas) en casi una veintena de años.

La tercera compañía del mundo buscaba un comprador tras perder en noviembre la cuenta de Chrysler -

Paul Newman y su mujer, la también actriz Joanne Woodward, gustan de la cocina y de los productos naturales. En una Navidad de principios de los ochenta, tras una cena en la que todos los invitados pusieron por las nubes el aliño de la ensalada, al actor se le ocurrió que si su arte secreto funcionaba con sus amigos, también lo haría con el resto de los paisanos. Tenía razón. El aliño, bajo la marca Newman's Own, que podría traducirse como 'Del propio Newman', tuvo un éxito comercial instantáneo. Y como no necesitaba el dinero, el improvisado empresario decidió donar los beneficios netos de la operación, que aquel 1982 casi llegaron al millón de dólares. Y así hasta hoy, con una gama mayor de productos. Hace poco más de un año, Paul Newman anunció que con 50.000 dólares entregados a Los Médicos Voladores, una organización que trabaja en África, había superado la barrera de los 100 millones de dólares.

Por aquellas fechas, en torno al redondo 2000, Nell alcanzaba a los 40 años el hito de su primer millón donado, fruto de la venta de productos orgánicos con la firma Newman's Own Organics.

La granja de Connecticut

Nell creció en una granja de Connecticut, donde acompañaba a papá a pescar en un río de aguas impolutas antes de volver a casa a comerse los peces, acompañados de tomates y lechugas de la huerta que cuidaba mamá, que también atendía una variada colección de frutales. Con 11 años, Nell supo que los halcones peregrinos, su ave favorita, corrían peligro de extinción debido al uso del DDT. 'Aquello fue como el catalizador que me llevo a los productos orgánicos', dice. Estudió Ecología Humana en la universidad y después dedicó mucho tiempo y esfuerzo a conseguir fondos para financiar a quienes luchaban por la salvación del halcón peregrino y el águila calva.

La tarea era ardua, y tan necesaria como poco gratificante. Había que hacer algo. Gran idea: una compañía que vendiera productos ecológicos. Se evitaban los pesticidas y con los beneficios se ayudaba a la causa verde. Newman's Own era el vehículo ideal; al fin y al cabo, la consigna de la sociedad es 'explotación descarada para conseguir el bien común', se entiende explotación descarada de la imagen del artista.

El padre, por muy progre que fuera, no estaba por entonces familiarizado con los productos orgánicos. Nell supo encontrar el momento. Para el Día de Acción de Gracias (Thanksgiving), lo más parecido en Estados Unidos a lo que en España es la cena de Navidad, la hija preparó para toda la familia el tradicional pavo relleno, acompañado de salsa de arándanos y puré de batata, con pastel de calabaza como postre. '¿Qué te ha parecido tu cena de Thaksgiving orgánica?, le pregunté', cuenta Nell cada vez que le piden que explique cómo embarcó al padre en la aventura. 'Me miró con cara de sorpresa y sonriendo respondió: ¡'Estaba buenísima!'.

Nell le explicó su proyecto ecológico-empresarial y en 1993 nació Newman's Own Organics, como una división autónoma del negocio paterno radicada en California. Empezó sacando al mercado pretzels, las famosas rosquillas alemanas -'porque era el picoteo favorito de papá', explica-, a los que siguieron barras de chocolate hecho con cacao cultivado orgánicamente en Costa Rica; pastelillos de higo y galletas con aceite de palma en vez de mantequilla. Lo vende todo.

La empresa es mínima, apenas cinco personas, incluidos Nell y Pete Meehan, un amigo de la infancia que lleva las cuentas, con un volumen de negocios del que Meehan sólo dice que supera los 10 millones de dólares anuales, en torno al 7% del total de Newman's Own. En cinco años, ha multiplicado por 10 las cifras y las perspectivas son espléndidas. La próxima homogeneización de los estándares de los productos orgánicos permite aventurar a los expertos que el actual 1% del consumo alimentario verde en Estados Unidos pasará al 5% en cuestión de pocos años. En 1997, las ventas de productos de alimentación orgánicos rondaron los 4.000 millones de dólares, con una tasa anual regular de incremento del 20%.

Nell, que tiene un gran sentido del marketing, huye del sermoneo y, con la ayuda de papá, coloca sus productos en llamativos envoltorios en los que deja bien claro que los beneficios serán donados. Su consigna, 'Productos sabrosos que son orgánicos', atiende a los gustos establecidos del consumidor en vez de venderle sabores nuevos. Hoy, Nell Newman es quizás la empresaria verde más popular de Estados Unidos, portavoz incansable de la causa ecológica, aunque muchas veces tenga que responder en sus comparecencias al interés del público por su padre como actor. Lo hace con gusto, no en vano se suele presentar como 'Nell Newman, la hija de Paul Newman' en lo que define como 'autopromoción por una causa'.

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