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Un retablo cuya colocación no ha autorizado la Iglesia lleva seis meses almacenado en un gimnasio

La vista del retablo en un lugar destinado a fortalecer los músculos llama poderosamente la atención al visitante. El alcalde, el socialista José Manuel Madero, se hizo cargo de él atendiendo de este modo la petición del benefactor, Eugenio Aguilar, un sacerdote jubilado de 85 años, natural de la localidad frontera de Huétor Santillán, desde la que se trasladaba a Beas antes de su retiro para casar o bautizar a conocidos con cierta frecuencia.

A Eugenio Aguilar le desalentaba la visión de la iglesia medio vacía, sin su ornato. El retablo original se perdió al inicio de la guerra de 1936. No es que lo destrozaran o quemaran los republicanos. Según recuerdan algunos vecinos, fue la propia Iglesia la que previendo algún tipo de vandalismo descolgó la talla y la escondió con tanto celo que aún no ha aparecido.

Eugenio Aguilar, pues, quiso restituir el vacío y así, hace varios años, reunió su patrimonio y encargó con los ochos millones que sumó al escultor Antonio Díaz un retablo y un altar mayor. El retablo, una vez ultimado, permaneció en un almacén del escultor hasta que éste avisó que tenía que dejarlo. Entonces fue trasladado al Ayuntamiento, que lo albergó provisionalmente en una de esas edificaciones municipales que con toda la razón del mundo se llaman de 'usos múltiples'.

El altar no vino con el retablo, lo cual no quiere decir que no se construyera. El altar ha tenido incluso una fortuna más incierta pues, dado que el Arzobispado ya había colocado uno, fue destinado a una parroquia distinta que, a su vez, también lo ha devuelto no se sabe por qué motivo, de modo que tras transitar sin rumbo ha vuelto al almacén de donde partió: el taller del escultor.

Leyes o normativas

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'A nosotros nos dijeron que el retablo se podría colocar en febrero pero el Arzobispado aún no lo ha autorizado. Los problemas que alega es que allí hay un comité que es el que decide y unas leyes o normativas que tiene que cumplir', explica el alcalde José Manuel Madero.

Antes de construir el retablo, su autor calculó escrupulosamente las dimensiones de las paredes para que cupiera sin mayor dificultad en la parroquia. 'La Iglesia nos recomendó que trasladáramos el retablo a un almacén para objetos piadosos que tiene en Cartuja pero decidimos que no después de conocer que en otros casos se han trasladado hasta allí santos que no han vuelto a aparecer', señala el alcalde que no oculta sus malas relaciones con el párroco actual, Antonio Ramos, que coordina también Fiesta, una publicación de la Iglesia.

'Desde que surgió este problema no voy a misa', confiesa el alcalde, 'salvo para actos culturales o de protocolo. Pero a escuchar al párroco no'.

Manuel Reyes, el vicario, a través de su gabinete de prensa, explicó que para colocar un retablo en una iglesia es menester un dictamen de la Comisión Provincial del Patrimonio y que, en el caso del de Beas, habría que hacer modificaciones en el templo.

'Se agradecen todos los regalos', transmitió el vicario, 'pero sugerimos que antes se pongan en contacto con el Arzobispado para que compruebe si es o no conveniente'. Eugenio Aguilar, el sacerdote benefactor, excusó hacer alguna declaración. El párroco de Beas no pudo ser localizado pues participaba en un retiro.

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