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Navarra permite de forma excepcional que los ganaderos entierren sus reses muertas

Decenas de reses muertas -un mínimo de 50, según el sindicato agrario EHNE- se pudren desde el pasado domingo en las granjas de Navarra sin que los ganaderos sepan qué hacer con ellas debido al colapso del sistema provocado por la prohibición de enterrar en el vertedero de Góngora, junto a Pamplona, las harinas procedentes de los materiales de reisgo (MER).

Quince miembros de la ejecutiva de dicho sindicato mantuvieron en la tarde de ayer un encierro en la sede del departamento navarro de Medio Ambiente para exigir una solución al problema. Tras una entrevista con responsables gubernamentales, el Ejecutivo accedió a permitir el enterramiento, desde hoy y con carácter excepcional, de los animales muertos en las granjas.

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Antes de emprender sus anunciadas acciones en los tribunales, el Ejecutivo regionalista lanzó ayer un ultimátum a los responsables de la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona, de la que depende el citado vertedero, para que 'con urgencia y sin dilaciones' permitan el enterramiento de las harinas animales.

El Ejecutivo advirtió a la Mancomunidad de que su negativa genera 'graves riesgos' para la salud pública, la sanidad animal, la ganadería y el medio ambiente, además de vulnerar la obligación legal de recoger unos restos que, según múltiples informes técnicos esgrimidos por la Administración navarra, son inertes y asimilables a cualquier basura urbana. Casi 20 toneladas de restos gelatinosos se acumulan en contenedores sin refrigerar en el matadero de Orcoyen, el único de Navarra habilitado para su tratamiento.

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Sin embargo, tanto el presidente de la Mancomunidad, el concejal socialista de Pamplona Javier Iturbe, como el secretario general del PSN, Juan José Lizarbe, e IU, defendieron la prohibición y pidieron al Gabinete soluciones alternativas que, según la Dirección General de Medio Ambiente foral, son 'imposibles'.

Informe oficial

Los socialistas consideraron correcta la prohibición de enterrar las harinas aludiendo a los posibles riesgos que los lixiviados podrían causar en las capas freáticas del subsuelo y defendiendo la idoneidad de un almacenamiento controlado hasta su definitiva incineración por la cementera Portland. 'La Mancomunidad, que tiene sus propias responsabilidades, está abierta al diálogo', dijo Lizarbe.

Le contestó el director general de Medio Ambiente, José Ignacio Elorrieta, en un informe oficial: no se podrán incinerar las harinas en Cementos Portland hasta dentro de cinco meses; la única empresa autorizada para la gestión de las harinas está colapsada al no poder sacar los residuos; no existen lugares apropiados en Navarra para almacenar 'en las debidas condiciones' y por tiempo prolongado residuos de las características de los generados por tratamientos MER y Navarra carece de depósito de seguridad alguno o vertedero de residuos peligrosos donde almacenarlas.

Mientras tanto, los ganaderos hicieron patente su desagrado. 'Es inconcebible que la descoordinación administrativa y la incapacidad de las administraciones para cumplir sus propias reglamentaciones conviertan al ganadero en el pagano de todo el asunto. No se puede permitir', señaló Mikel Petrirena, secretario general de EHNE-Nafarroa.

Poco después, Petrirena y 14 responsables más del sindicato se encerraron en Medio Ambiente para reclamar una solución. 'El ganado se pudre en las explotaciones y ni van a retirarlo, porque el único digestor del tratamiento de Navarra está colapsado, ni se le permite al ganadero enterrarlo porque está prohibido', explicó el responsable sindical.

Ángel Eraúl, secretario general del principal sindicato agrícola de Navarra, UAGN, señaló que no tiene dudas de que la prohibición de enterrar las harinas se ha adoptado 'por razones políticas'.

El Gobierno permitirá a partir de hoy un sistema excepcional y controlado por los veterinarios ganaderos de cada zona para el enterramiento de las reses muertas en las explotaciones, evitando las cercanías de ríos y cursos de agua así como zonas protegidas.

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