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Una ciudad que se hunde

La villa belga de Nieuwpoort fue levantada sobre túneles de la Primera Guerra Mundial

Peter Barton es un arqueólogo inglés especialista en campos de batalla. Lleva 20 años rastreando estos lugares por toda Europa, pero nunca había visto nada igual: ha encontrado una ciudad al borde del colapso debido a que están empezando a ceder los miles de túneles que tejen sus entrañas de arena fina, sobre las que transcurre la vida cotidiana. Nieuwpoort es conocida en Bélgica por sus dunas y marismas, pero también por ser uno de los lugares más castigados por los bombardeos alemanes durante la I Guerra Mundial.En las principales ciudades de la región flamenca de Bélgica es fácil encontrar recuerdos que trasladan al visitante atrás en el tiempo y evocan el efecto devastador de las guerras en este país de apenas 10 millones de habitantes. Las inmensas dunas de Nieuwpoort son ahora un espacio natural protegido de la mano destructora del hombre. Pero al caminar por ellas hay que poner especial cuidado de no engancharse con alambres de espino oxidados por el salitre, escondidos por el viento entre la arena.

Los efectos de la batalla siguen causando estragos después de medio siglo de paz en la Europa occidental. Los recuerdos de la I Guerra Mundial han aflorado en un estudio conjunto realizado por la Universidad de Greenwich, la Asociación para la Arqueología en Campos de Batalla en Flandes y la Universidad de Nottingham, en el que se afirma que la seguridad de los ciudadanos de Nieuwpoort empieza a estar en peligro porque centenares de casas, calles y las vías del tranvía se están hundiendo.

Jean-Pierre Haemers es uno de los vecinos de esta ciudad de 10.900 habitantes con problemas de hundimiento en su casa. Empezaron este año y conforme van transcurriendo las semanas van a peor. "Nadie parece saber lo que está pasando", declara sorprendido. Unas calles más abajo, en otro hogar, el suelo del garaje ya ha cedido por completo, los muros están agrietados y el suelo de la sala de estar empieza también a sufrir los efectos de un terreno que no es capaz de soportar el peso de las viviendas. "Hay serias señales de hundimiento en muchas zonas de la ciudad y muchas casas están en riesgo", afirma el profesor Barton.

Las causas de este colapso las relaciona el estudio directamente con la actividad de los ingenieros de la armada británica, francesa y belga para protegerse de los ataques alemanes. Apenas diez meses han bastado para llegar a esta conclusión dramática: la estructura de madera de los miles de túneles excavados por los ingenieros del Reino Unido en la arena que tejen el subsuelo de Nieuwpoort está podrida.

Para entender lo que está pasando en esta ciudad flamenca hay que remontarse a 1917. Ocupada por las fuerzas belgas y francesas, la costa pasó a manos del Ejército británico en el mes de junio. Nieuwpoort se encontraba prácticamente en la línea del frente. El campo de batalla era muy estrecho, limitado a un lado por el mar y a otro por más de 20 kilómetros de marismas. "No había lugares para refugiarse de la artillería alemana en medio de las dunas", explica el profesor.

La Armada británica desplegó ocho divisiones (100.000 hombres) por toda la costa belga. Para poder acceder al frente de batalla desde la parte de atrás de la ciudad sin correr riesgos, los ingenieros militares construyeron una infraestructura de túneles de varias decenas de metros, algunos de hasta un kilómetro de largo. También servían para mover armamento, para almacenar munición y dar acomodo a miles de soldados bajo tierra. "Era la única solución posible para escapar de los bombardeos", justifica Barton.

Nieuwpoort fue levantada tras la guerra sin que se modificaran los planes de ordenación urbanística originales. "Las casas que se están hundiendo se construyeron exactamente sobre la línea de los túneles sin saber que éstos existían", precisa el arqueólogo. La pregunta que se hacen hoy los vecinos de Nieuwpoort afectados por este problema es quién va a pagar los daños que están sufriendo sus viviendas.

Los investigadores tratan de determinar los riesgos reales de colapso del terreno para evitar en la medida de lo posible el impacto del hundimiento en la población local. Los expertos ya han mantenido una discusión con las autoridades locales y a principios de año harán públicas sus conclusiones.

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