Ignacio Tovar recicla en sus últimas pinturas el símbolo del agua de los jeroglíficos egipcios
Ignacio Tovar (Castilleja de la Cuesta, Sevilla, 1947) se ha dado cuenta, como otros muchos artistas a lo largo de la historia, que el hombre siempre recurre a los mismos símbolos para plasmar el mundo que le rodea. La simplicidad y la capacidad de síntesis de los jeroglíficos egipcios son la base de las últimas pinturas de Tovar en las que el agua es la protagonista. El artista inauguró el pasado martes en la galería Rafael Ortiz de Sevilla una muestra con sus últimos dibujos y pinturas. La exposición está llena de formas onduladas y sinuosas que retoman el tema de la cabellera de Rita Hayworth, uno de los iconos más recurrentes en su producción durante la década de los noventa.
Un gran dibujo de líneas rojizas y sinuosas, formado por nueve piezas como si se tratara de un rompecabezas, es el puente que Ignacio Tovar le tiende al espectador para que pase desde la exposición que realizó en la galería Rafael Ortiz en 1997 y se familiarice con un nuevo tema: el agua. La forma y los tonos rojizos del dibujo que el pintor bautizó como la cabellera de Rita Hayworth aunaban dos elementos muy presentes en su universo iconográfico: la divinidad femenina o la mujer como encarnación de la madre tierra y el fuego."Si analizamos la historia nos damos cuenta de que el hombre ha avanzado mucho tecnológicamente pero que, en cuenta a creencias mantiene practicamente las mismas y las expresa de formas muy parecidas", comenta el artista.
Tovar comenzó a trabajar a finales de los setenta dentro del grupo de artistas que se zambulleron en la abstracción y, con ello, desafiaron a la sociedad y el sistema académico de la Andalucía de aquellos años. Desde entonces no ha parado de exponer y sus obras forman parte de colecciones como las del Museo de Arte Abstracto Español (Cuenca), Biblioteca Nacional (Madrid), Argentaria o el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (Sevilla).
La muestra, que podrá visitarse en la galería sevillana hasta el 12 de diciembre, reúne nueve dibujos y siete pinturas, todos fechados este año, salvo uno de los cuadros que es de 1999.
"Las referencias figurativas aparecieron en mis obras a principios de los ochenta porque me atraía la idea del símbolo. Mi trabajo en las ruínas de la ciudad romana de Itálica y en el Museo Arqueológico de Sevilla me hizo familiarizarme con objetos que pertenecieron a personas hace mil años. Encuentras un peine de marfil y te da ternura pensar que alguien lo uso e hizo los mismo movimientos que tu puedes hacer ahora. Siempre recurro al símbolo porque tiene un calor humano que me interesa", explica el pintor.
El agua que Ignacio Tovar ha inmovilizado no tiene porqué obedecer a las leyes de la gravedad, sus obras siguen siendo abstractas aunque parten de una realidad. En sus lienzos flotan manchas de carbón que el artista ha bautizado como medusas y que nacieron, fruto de la casualidad en dibujos anteriores.
Ignacio Tovar ha respaldado siempre su obra con un discurso teórico coherente y sincero. Lo que el artista llama "calor humano" y que posibilita la recuperación de símbolos tan universales y sencillos como las líneas onduladas y horizontales con las que los egipcios ya se referían al agua.
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