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Adiós a Karpa

Los tebeos vivieron ayer un día de luto. Rafael Catalá Lucas, conocido entre las viñetas y sus lectores como Karpa, falleció el martes a los 73 años de edad a causa de un cáncer de colon en Valencia, donde fue enterrado ayer. Karpa fue uno de los pilares de la generación de dibujantes de Editorial Valenciana, una de las empresas que más cómics publicó en España entre los años cincuenta y setenta. En 1992, recibió la Medalla al Mérito Cultural de la Generalitat Valenciana, por sus trabajos en el mundo del tebeo y la ilustración.Rafael Catalá nació en Nules (Castellón) y llegó tras la guerra civil a Valencia, donde cursó estudios de Bellas Artes. En 1946 comenzó a dedicarse de manera profesional al mundo del cómic. El debú de Karpa se produjo con el personaje Kangurito, que creó para la editorial Lerso mientras estudiaba, aunque con su posterior integración en Editorial Valenciana el personaje le acompañaría.

En su nueva editorial, junto a autores como José Sanchis, Liceras, Rojas de la Cámara o Gago, alcanzaría el éxito y reconocimiento profesional. El personaje que más fama le daría, Jaimito, no era, curiosamente, hijo suyo. "Pero como si lo fuera", comentaba Karpa en 1996, "en realidad, lo creó Berchili, un acuarelista italiano que trabajaba en la editorial. Al cabo de poco tiempo se lo dio a Liceras, que tampoco le dedicó demasiada atención. En el número 26 lo recogí yo, y lo llevé hasta el número mil y pico". No cabe duda de quién le dio al personaje su éxito. Jaimito llegó a tener su propia revista, la segunda de la editorial, cuyo buque insignia era Pumby, que tenía como personaje central al humanizado gato que dibujaba Sanchis.

Karpa dibujó cientos de páginas y portadas para ambas revistas, con un estilo que evolucionó a lo largo de los años y que nunca se detuvo en el tiempo. Siguió mejorando con los años, y su trazo impecable y lleno de movimiento acabó aparcado por la propia iniciativa del autor de dedicarse a la pintura durante los últimos años.

Entre otros de sus personajes, cabe destacar a Bolita, Jimmy, Flechita, la Familia Cañamón y, sobre todo, Simbad y Perico Fantasías, donde Catalá daba rienda suelta a su imaginación. Karpa pasó de un dibujo realista a uno más influenciado por las tendencias de Disney, con formas cada vez más redondeadas, líneas limpias y un aspecto amable, como el del propio dibujante. Páginas ordenadas, perfectamente encuadradas y equilibradas con un aspecto armónico son las que caracterizaban la historieta de uno de los más apreciados dibujantes de la Editorial.

En los setenta creó Distrito Gaviota, que se publicó en otra de las revistas con amplia tirada: Zipi y Zape, esta vez con la editorial catalana Bruguera, que había acabado triunfando en el pulso que mantenía con Editorial Valenciana. A finales de la década realizaría una adaptación al cómic de la película La Guerra de los Mundos, en un estilo realista muy alejado del dibujo que había caracterizado su carrera. Por aquel entonces, ya estaba colaborando con empresas de publicidad e incluso ejerciendo de artista fallero.

Como muchos de los trabajadores del mundo del tebeo de aquella época, Karpa estaba movido por una tremenda vocación, pese a que él negase tenerla dirigida a las historietas: siempre pensó que le llamaba más la pintura. Sólo así se podían explicar las tremendas jornadas de trabajo a las que se sometía para cumplir las fechas de entrega.

En un principio, su hermano mayor, Francisco, colaboró con él haciendo los guiones. Los guiones, en realidad, no estaban escritos, sino que eran más bien los argumentos a grandes trazos, que después Karpa plasmaba en papel y tinta. Con posterioridad, Francisco abandonaría el mundo de los tebeos para pasar a otra de las pasiones de ambos hermanos: los juguetes. Los diseños de los Juegos Reunidos Geyper son otro recuerdo común de una generación que fueron obra suya. Karpa está reconocido por la crítica como uno de los valores más firmes que ha dado la historieta española.

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