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Entrevista:Hechos a sí mismos / 4

Ferran Torrent, novelista "Nunca quise ser útil en la vida" Miquel Alberola

Miquel Alberola

Acaba de terminar el rodaje de la película sobre su última novela, L'illa de l'holandés, en la que ha participado como guionista y que supone la tercera incursión cinematográfica sobre su obra. Novelas como Un negre amb un saxo o Gràcies per la propina, que ganó el prestigioso Premio Sant Jordi en 1994, han hecho de él un autor de éxito en el mercado catalán.Pregunta. ¿Es cierto que usted empezó vendiendo cromos o es un reclamo publicitario para vender más libros?

Respuesta. No es broma. Estuve cuatro años viajando por toda España vendiendo cromos. Era muy duro, siempre visitando colegios.

P. Sin embargo, sus adversarios dicen que usted no ha trabajado nunca. Infundios, claro.

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R. He procurado trabajar el mínimo posible siempre; es decir, soy partidario de grandes rendimientos en poco tiempo. Mi método de trabajo es ponerse a trabajar intensamente a las dos y media de la tarde y terminar a las cinco.

P. ¿Trabaja dos horas y media al día?

R. Sí, pero muy intensas. Hay quien se pasa el día mirando los pajaritos o el mar y se descentra mucho, pero yo sólo miro el papel. Hago un sobreesfuerzo de concentración.

P. No se deslomará.

R. Me entra mucho dolor en la nuca, no crea.

P. ¿Entre los cromos y las novelas ha hecho algo de provecho?

R. He trabajado en oficinas siniestras, de representante, de periodista, de funcionario de Cultura...

P. ¿Funcionario de Cultura?

R. Sí, cargando y descargando camiones. Era una de las pocas personas que tenían buena letra en toda la Consejería de Cultura y me metieron a descargar camiones. Ah, también trabajé de pesador de carne en una empresa del cuñado del escultor Andreu Alfaro. Ahí mi cometido era robar en la báscula a favor de la empresa. Y lo hice con mucho oficio y resistencia.

P. ¿Cómo llegó hasta la literatura?

R. Yo escribía desde los 15 años. Debuté enseguida, porque los jesuitas tenían la costumbre de leerte a Chesterton, a Poe, a Christie. Eso te inducía a la lectura, que es la base de la escritura.

P. ¿Se le nota en algo que pasó por los jesuitas?

R. Sí, en que soy ateo.

P. Fue expulsado, ¿no es cierto?

R. Sí, y me llevaron a otro colegio de jesuitas en el que te enseñaban un oficio. Y sólo pasaron seis meses hasta que me volvieron a expulsar.

P. ¿Por qué?

R. Porque querían que aprendiese un oficio y que trabajase. En aquella época, no había más obsesión que hacer trabajar a la gente y que fuese útil. Y yo nunca quise ser útil en la vida.

P. ¿Por eso optó por la literatura?

R. Mi primera novela, No emprenyeu el comissari, tuvo un éxito espectacular en Cataluña y decidí dedicarme a la literatura.

P. Y casi fue el escritor del régimen en la Valencia socialista. Joan Lerma presentaba sus libros...

R. Sólo presentó un libro mío. Y sólo apoyé al PSOE cuando el partido estaba en decadencia. Ya había perdido las autonómicas.

P. Incluso Ramon Barnils dijo que usted era a Lerma lo que Baltasar Porcel a Jordi Pujol.

R. Con la diferencia de que Baltasar Porcel ha tenido toda clase de prebendas y yo no he tenido ninguna.

P. ¿Ser miembro del Consell Valencià de Cultura no es una canonjía?

R. ¡Puaf! Una canonjía sería que me hubiesen dado la Dirección General de la Mujer. Lo único gratificante de ese consejo es que sustituí a monseñor Tarancón. Bien está que un golfo sustituya a un cardenal. Por lo demás, no sé si dimito este noviembre o al siguiente. Mi apoyo al PSOE fue estratégico, no ideológico. Porque estoy más a la izquierda del PSOE. Todo lo que hago puede ser incoherente, pero lo hago público.

P. ¿Incluso tontear con Pujol?

R. Con Pujol lo único que he hecho ha sido entrevistarme a petición suya. Estuvimos reunidos 50 minutos, de los que él habló 45. Es un hombre muy comunicativo. Y se suponía que iba yo a informarle de la problemática valenciana. Pero también me he reunido dos veces con Zaplana. Me dijo: "Confieso que no he leído nada tuyo". Y le contesté: "Tranquilo, que yo tampoco te he votado nunca".

P. ¿Usted es nacionalista?

R. Si lo soy, es por ir contracorriente. El Madrid ganaba todas las copas y yo me hice del Barça. Y ser antimadridista ya es una manera de ser nacionalista, futbolísticamente hablando. Además, tengo un buen amigo, Pep Guardiola, el mejor organizador de Europa.

P. ¿Pero usted es catalán o valenciano?

R. Soy un valenciano de cultura y lengua catalanas.

P. Que vende más en francés que en castellano.

R. Aunque parezca extraño, así es. Y estoy esperando las cifras de alemán e italiano. No puedo entender cómo los escritores gallegos o vascos logran ser best sellers traducidos al castellano y que no haya ningún escritor en catalán que lo consiga. Quizá lo simplifique, pero lo atribuyo al anticatalanismo ancestral español. Es una forma de xenofobia cultural. Ni Josep Pla, que ha sido loado por las mejores plumas españolas, ha sido apenas un autor vendido.

P. Será partidario de la selección nacional catalana, claro.

R. Más que de la española. Los culés tenemos poca simpatía por la selección española.

P. ¿Es compatible ser valenciano y culé?

R. Lo que es incompatible es ser valenciano y del Real Madrid, como Zaplana. Después del Valencia y del Levante, lo natural es ser del Barça.

P. ¿Usted se enteró del franquismo?

R. No demasiado, la verdad. Hasta un poco antes de la muerte de Franco no tuve consciencia de lo que significó. En mi entorno no se notaba, porque mi familia era franquista, aunque sabía que vivía en un régimen que no permitía demasiadas libertades. En aquel momento quizá me preocupaban más las prohibiciones de los espectáculos de varietés de Rosita Amores que los recitales de Raimon.

P. ¿Qué hizo cuando se dio cuenta?

R. Me dijeron que el futuro era de los comunistas, y como yo no tenía futuro, me apunté al PTE. Pensamiento Mao Zedong, poca broma. ¿Se imagina a un tío de Sedaví insertado en la dinámica del pensamiento Mao Zedong? Era como un esquimal en la playa de Pinedo. Mi contribución a la revolución se limitó a llevar el cajón sobre el que se hacían los mítines.

P. ¿Le ha afectado la polémica sobre la enseñanza de la historia común?

R. Lo que me afecta es la ofensiva españolista del PP, que lo único que provoca es más independentismo por reacción. De hecho, creo que ETA persigue que gobierne el PP en Euskadi para crear el clima absoluto de división entre la sociedad vasca. Y el PP está loco por gobernar Euskadi. En el fondo, ETA y el PP se necesitan. Entre los dos crearán una división irreconciliable en Euskadi.

P. Ahora que ha pasado tiempo: ¿el premio Sant Jordi de l994 lo ganó o se lo dieron, como reveló Quim Monzó?

R. Vamos a ver: mi editor me dijo que tenía posibilidades de ganarlo. Le advertí: "¿Si no lo gano, me pagarás tú los cinco millones del premio?". Y me dijo que sí. Pero luego, gané cuatro a uno. Eso es lo que hay. Pero en realidad, quien lo ganó fue el entonces ministro de Hacienda, Pedro Solbes, que se llevó la tajada.

P. Estará forrado, ¿no?

R. ¿Solbes?

P. Usted.

R. No se crea. Me gano la vida muy bien. Por cierto, ¿esta paella la paga EL PAÍS?

P. Usted es millonario.

R. No se trata de millones, sino de cortesía.

P. ¿No ha pensado nunca en pasarse al castellano?

R. Si me ofrecen el Premio Planeta, sí. Me lo dan, recojo los 50 kilos y vuelvo a casa. ¿No le parece?

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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