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Tres ciclistas españolas, abandonadas a su suerte

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España vuelve al Arco del Triunfo

Tres ciclistas españolas, Rosa Morcillo, Ruth Martínez y Cristina Roza, han concluido el Tour abandonadas a su suerte desde hace varios días por el equipo mixto que compartían con Canadá. Literalmente se han quedado tiradas: sin director, sin masajista, sin coche y sin dinero.Canadá reclamó a España la creación de un grupo de ambas nacionalidades. La Federación Española fue proponiendo a sus ciclistas la posibilidad de acudir al Tour. Muchas lo desecharon por falta de preparación. Al final aceptaron tres intrépidas ciclistas del equipo Macario, cuya presencia, sin embargo, no gozó del favor del equipo con base canadiense: el masajista (español) solo atendía a las norteamericanas; las españolas debían arreglarse por su cuenta.

Pero todo puede empeorar. Cuando las ciclistas canadienses decidieron echar pie a tierra y regresar a casa, el director, Christian Pezard, hizo lo propio, con todo su equipo, y las tres españolas se quedaron prácticamente abandonadas a su suerte. Les dejaron una caravana, pero necesitaban un coche para seguir la prueba: lo alquilaron de su bolsillo. Los masajes se los daban unas a otras y ellas debían hacerse cargo del avituallamiento en carrera. Por supuesto, se trata de ciclistas que corren por afición durante todo el año, y que no resistieron la tentación de disputar un Tour de Francia. La experiencia no les ha robado la sonrisa. Ayer, a la salida de la residencia donde se alojaron, rivalizaban en simpatía y buen ánimo con la propia Joane Somarriba, una mujer a la que se le arranca una sonrisa con apenas un saludo de cortesía, y un tanto sorprendida por la presencia periodística.

Al término de la carrera, las tres ciclistas transitaban por la Avenida Foch, olvidadas y dolidas por la no presencia de representantes de la Federación Española de Ciclismo, a quienes pretendían relatarles su odisea. Deberán hacerlo por teléfono. El secretario Rafael Torres no era el interlocutor que buscaban. No en vano, el ciclista Ramontxu González Arrieta reconocía que ellos "jamás correrían en las condiciones en que lo hacen las mujeres". Y eso que su esposa, Joane Somarriba, es la mejor ciclista del mundo.

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