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GOLF torneo de la PGA

Woods multiplica su leyenda

Olazabal, en cabeza

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El 'caddie' del mejor del mundo

Imparable y voraz, Tiger Woods dejó anoche una huella imborrable para la historia del golf: su victoria en el Torneo de la PGAsupuso su tercer Grand Slam consecutivo de la temporada, una gesta sólo conseguida por Ben Hogan en 1953. El Tigre logró la hazaña tras un angustioso desempate a tres hoyos con Bob May, que ayer, tocado por los dioses, jugó el mejor partido de su vida. Pero Tiger es mucho Tiger. Tanto, que con 24 años, ya tiene todos los títulos del Grand Slam: Masters, Open de Estados Unidos, Open Británico y Torneo de la PGA (2 veces). Un palmarés que nadie ha sumado a tan corta edad.La última y emotiva jornada del Torneo de la PGA destiló golf del bueno. Golf con mayúsculas, repleto de un juego espectacular con abundantes dosis de emoción. Bob May, nacido en Lynwood, California, hace 31 años, ayer despegó del anonimato como un meteoro. Profesional desde 1991, en su mochila sólo tiene un título, el Victor Chadler Bristish Masters, ganado en 1999 y, curiosamente, en el circuito europeo. Con este exiguo palmarés, May, un jugador que llegó al circuito gracias a la financiación de su amigo Joe Pesci -el gran actor norteamericano- y del popular pinchadiscos estadounidense Rick Dees, fue capaz de atosigar a Tiger como muy pocos lo han hecho en los últimos tiempos.

May y Woods llegaron empatados al último hoyo con 17 golpes bajo par. Dos tarjetas soberbias. Ya en el green, May acertó con un golpe corto extraordinario desde unos cinco metros. Un toque sutil cuesta abajo, en el que la bola salió escupida dibujando, inicialmente, una curva de izquierda a derecha. Todo indicaba que se alejaría del hoyo, pero en el último instante, torció el giro, viró de derecha a izquierda y entró. En medio del estupor general, a May se le iluminó el rostro.

Toda la presión era para la megaestrella, que tenía la bola más cerca que su rival. Tiger, con los labios apretados, se concentró al máximo y acertó. El Tigre lanzó los puños al aire, descargando toda la rabia acumulada durante la jornada. Chocó sus palmas con enorme fiereza con su ayudante y se lanzó a toda pastilla calle abajo a la búsqueda del hoyo 16, donde comenzaba el desempate. May le siguió como pudo.

Las reglas del torneo fijaban un desempate al mejor de tres hoyos, los tres últimos del recorrido. En el primero, Tiger, más sólido hizo birdie, mientras que May salvó el par a duras penas. Una ventaja que parecía decisiva; pero Tiger se enredó en el 17. De salida se fue a los rastrojos, muy lejos de la calle. May, hecho un manojo de nervios, no aprovechó el tropiezo de su enemigo e incrustó la bola en una trampa de arena. Ambos salvaron el par, con lo que Woods mantuvo su ventaja de un hoyo a cero. En el 18, uno y otro acentuaron sus despropósitos. El Tigre se fue de nuevo de la calle, la bola se quedó en la maleza y, por sorpresa, segundos después, salió despedida cuesta abajo, en dirección opuesta al hoyo, y un joven aficionado corriendo tras ella. Su segundo golpe no fue mejor. La bola salió despistada hacia el otro extremo de la calle. Por si fuera poco, el tercer golpe dejó la bola en el bunker próximo a la bandera. May no quiso ser menos. Perdió la calle otras dos veces y llegó al green de forma calamitosa, con la bola muy alejada del hoyo y grapada en medio de un desnivel. Por fin, en el desempate, se vio al todopoderoso Tiger, que hizo una fabulosa salida de la arena y dejó la bola a un suspiro del agujero. May también se creció y estuvo a punto de embocar. No acertó. Empataron el hoyo y Tiger, con ventaja desde el 16, agigantó su leyenda.

Por otra parte, José María Olazabal, pese a rozar la perfección el día antes -firmó un maravilloso recorrido de 63 golpes- inició la última jornada de torneo convencido de que sólo un milagro podía derribar a Woods del pedestal, aunque no descartó anunciar más de un susto al Tigre. La distancia de cuatro golpes con que comenzó el recorrido definitivo aventuró más de una posibilidad, pero se fue desvaneciendo según transcurría la jornada y el golfista guipuzcoano se tuvo que conformar al final con una tarjeta de 69 golpes, 276 en total.Olazabal no brilló en la última jornada con el juego con el que maravilló 24 horas antes. No lució la perfección con la que se movió el sábado y ello le impidió al final compartir el tercer puesto en la tabla de este grande. En la cartulina presentada por el golfista guipúzcoano ha repercutido sobre todo el pobre balance con el que abrió la competición y que ha arrastrado a lo largo del compeonato, el ultimo grande de la temporada. Olazabal se ha acordado más de una vez, sobre todo en las dos últimas jornadas, del chasco que supuso su estreno en este torneo al presentar una tarjeta de 76 golpes.

El error que sumó en el hoyo 11 al fallar el par supuso enterrar las escasas posibilidades de triunfo que Olazabal pudo calibrar. A pesar de todo, el golfista vasco sale del PGA no sólo satisfecho de su labor, sino también convencido de que puede volver a ser la estrella de un deporte en el que contabiliza el triunfo en dos Masters.

Miguel Ángel Jiménez se despidió del torneo con 70 golpes en el cuarto recorrido (-2), para un total de 291 golpes. Sergio García hizo un 69 (-3), para concluir su participación con 285 golpes.

Clasificación final: 1. Tiger Woods (EE UU), 270 (66, 67, 70, 67 y 1-0 en el desempate). 2. Bob May (EE UU), 270 (72, 66, 66, 66). 3. Thomas Bjorn (Dinamarca), 275 (72, 68, 67, 68) 4. José María Olazabal (España), 276 (76, 68, 63, 69) y Stuart Appleby (Australia), 276 (70, 69, 68, 69), . 6. Franklin Langham (EE UU) (72, 71, 65, 69). 7. Notah Begay (EE UU) (72, 66, 70, 70). 8. Darren Clarke (Reino Unido) (68, 72, 72, 67), Fred Funk (EE UU) (69, 68, 74, 68), Davis Love (EE UU) (68, 69, 72, 70), Phil Mickelson (EE UU) (70, 70, 69, 70), Tom Watson (EE UU) (76, 70, 65, 68)... Sergio Garcia (España), 285 (74, 69, 73, 69)... Miguel Angel Jiménez (España), 291 (70, 77, 74, 70).

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