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Cultura y espectáculosCLÁSICA CONCIERTOS EN SEGOVIA

Entre franceses, belgas y españoles

Dos nuevos nocturnos en el patio geométrico del Alcázar de Segovia han supuesto otras tantas experiencias valiosas de la Semana de Música de Cámara, con el buen hacer del Grupo Español de Metales y el trío belga Arthur Grumiaux. Los trompetas Carlos Beneto y Juanjo Serna, el trompa Pérez Ortega, el trombón Indalecio Bonet y el tuba López Velasco, unidos desde hace diez años en el grupo denominado Luur Metalls, interpretaron obras recientes de autores españoles que corresponden a tres generaciones contemporáneas.No resulta nada frecuente que se reúnan en una sola persona las condiciones de cantante y compositora, pero es más raro todavía que en ambos campos se alcancen las calidades de Pilar Jurado (Madrid, 1968). Figura importante en el panorama musical de la generación española de 1961, Jurado mostró una vez más su fantasía, sus dones y saberes en La escalera de Jacob, escrita en 1909 para el grupo que la ha interpretado ahora.

La subjetividad propia del hecho musical, aun cuando parta como en la nueva obra de la joven compositora, de imágenes bíblicas y sus derivaciones, resplandece con brillantez en una suerte de crescendo no sólo dinámico, sino también de intención expresiva y curso de los procedimientos. Algo bello, musicalmente objetivo y de fuerte y preciso atractivo.

Uno de los maestros de la generación de 1931, el tarraconense Joan Guinjoan, concentra su capacidad de comunicación en Vectoriel, escrita para la Ensamble Gabrielli de Londres en una continuidad intensamente lírica, tan natural y flexible en su ideación como en su desarrollo. La madurez alcanzada por Guinjoan no disminuye un ápice el frescor inventivo de sus verdes años.

En fin, Xavier Montsalvatge, desde su decanato como creador, basa sus Preguntas y respuestas en un ricercare del veneciano Andrea Gabrielli para transmutarlo en algo personal, antiguo y actual, sin que falte a la cita un punto de ingenio o acerada ironía.

Por otra parte, tanto el uruguayo Enrique Crespo, como el brasileño Antonio Carlos Jobim o el compositor e intérprete de Nueva Orleans Spencer Williams y el famoso Chick Corea añadieron al programa una apertura de criterio y una animación popular.

El lunes todo cambió en la semana de música que organiza la capital castellana, en una velada de encanto y desencanto a cargo del trío con piano que forman Luc Devos, formado con Perlemuter; Philippe Koch, discípulo de Grumiaux, y Luc Dewez, de la escuela de André Navarra.

Desencanto fue la desaparición en el programa del Trío del archiduque, de Ludwig van Beethoven, sustituido por el hermoso Trío opus 120, de Gabriel Fauré, con un allegro inicial que cuenta entre lo mejor de su autor, capaz de hacer olvidar al público segoviano el cambio para convertirlo posteriormente en un aplauso.

Con el célebre trío de Maurice Ravel escuchamos otro juvenil de Claude Debussy, al que, parafraseando a Gerardo Diego, podríamos denominar en esta ocasión pre-Claudio y ante-Debussy, un clarísimo ejemplo de la formidable evolución que experimentó un músico genial que estaba llamado indudablemente a renovar desde sus mismas sustancias una buena parte de la música europea. El éxito fue notable.

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