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TRAGEDIA EN SORIA

Los padres conocieron el destino de sus hijos al leerles los nombres de los supervivientes

Un sollozo de mujer terminó con la esperanza. Fue a las dos de la madrugada y nueve minutos. Un autobús azul procedente de Barcelona se adentró por la rampa del estadio de Soria y fue a colocarse a sólo unos metros de los 27 féretros alineados junto a la banda. Ni los disparos de los fotógrafos, ni las órdenes de los guardias, ni siquiera el ruido del autobús pudieron acallar la desesperación de las familias que, después de tantas horas de incertidumbre, se dieron de bruces con la tragedia. Ya se les había leído la lista de los heridos. Nadie alcanzó a ver desde fuera qué pasaba dentro del estadio, pero aquel sollozo de mujer iba explicando lo peor. Que su hijo o su hija estaba allí, esperando en una caja abierta de madera.

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Primeros familiares

La luz de los focos seguía iluminando el estadio. Los féretros estaban colocados en la banda, al resguardo de los vestuarios, junto a unas sillas todavía vacías. Habían sido dispuestas para los familiares de las víctimas que ahora, dos de la madrugada y nueve minutos, al fin se desplomaban sobre ellas. Durante las horas precedentes, la esperanza viajó muchos kilómetros entre Barcelona y Soria, dirigiéndose sin saberlo -los psicólogos prefirieron mantener hasta el final una pequeña llama de esperanza- hacia la confirmación de lo peor. Sólo unos pocos se encontraron al final del trayecto con la alegría inmensa de tener a alguien a quien abrazar. Otros -la mayoría- se estrellaron contra la silla vacía junto al féretro. Siete horas de incertidumbre desde Barcelona para hallar el exiguo consuelo de encontrarse con el hijo o la hija, al fin muertos.Alrededor del estadio, dos centenares de vecinos de Soria habían esperado pacientemente a que llegase el autobús, unos para curiosear, otros para ofrecer alguna compañía a los familiares de las víctimas. "Un golpe muy duro para Soria", acertó a decir una señora, para recordar después que hace sólo una semana, aquí mismo, junto al estadio, la ciudad estaba de fiesta. Ahora sólo queda un gran despliegue de medios de comunicación y de atracciones de feria ya apagadas Dentro, bajo los focos encendidos, guardados por una barrera policial que impide el acceso, varias decenas de psiquiatras, psicólogos y voluntarios de Cruz Roja vestidos con batas blancas se acaban de encontrar de bruces con el momento más difícil de la madrugada. Cuando ya no queda resquicio a la esperanza.

Una hora antes, sobre la una de la madrugada, un Peugeot de color oscuro y matrícula de Barcelona llegó precipitadamente al hospital de Soria. Ni a aparcar atinó. Abandonó el coche junto a la acera y subió por la rampa principal. Allí le dijeron lo que no quería oír -su hijo, su hija tal vez- no estaba entre los heridos. No hacía falta ninguna explicación más. Su hijo, su hija tal vez, lo estaba esperando en una banda del estadio de Soria. Su féretro alineado junto al de los otros compañeros que ahora, dos y nueve minutos de la madrugada, deberían estar durmiendo su primera noche en el campamento de Aranda de Duero. Maldita recta de la carretera N-122.El obispo de Osma-Soria, Francisco Pérez González, señaló que había sido "impresionante el momento en el que se leyó la lista de aquellos que están lesionados y que no han fallecido, porque la gente se ha dado cuenta de que sus hijos están muertos".

Pérez González, que oficiará a las 11.30 horas de hoy en el estadio el funeral, aseguró que, hasta la llegada al estadio los familiares ignoraban si sus hijos habían fallecido y sólo conocían la situación por las noticias difundidas por los medios de comunicación, ya que los encargados de comunicar la relación de víctimas querían que primero se enteraran los familiares interesados. "Ha sido un momento muy duro para todos", dijo el prelado. "El dolor de las madres en este momento es tremendo. A todos se nos encoge el corazón y nos mueve a la compasión, a la cercanía, al acompañamiento".

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El funeral por las víctimas del accidente de Golmayo tendrá lugar a las 11 de esta mañana. Está prevista y a él asistirán la Reina Sofía; el presidente del Gobierno, José María Aznar; el presidente de la Generalitat de Cataluña, Jordi Pujol, y el de la Junta de Castilla y León, Juan José Lucas, así como la ministra de Cultura, Pilar del Castillo y el de Administraciones Públicas, el soriano Jesús Posada, que será el encargado de dar el pésame a las familias de las víctimas en nombre del Gobierno.

El Gobierno autonómico de Castilla y León reservó todas las habitaciones que se encontraban disponibles en los hoteles de Soria para que pudieran alojarse los amigos y familiares de los fallecidos que llegasen a la ciudad. El consejero de Interior de la Generalitat, Xavier Pomés, agradecióla ayuda y las facilidades prestadas por la Administración castellano-leonesa y por la población soriana desde el momento en que se produjo el trágico accidente. También agradeció la oferta de ayuda realizada por el Gobierno vasco a través de su presidente, Juan José Ibarretxe.

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