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El Banco Mundial dice que la ayuda a los países pobres está fracasando

La conferencia europea sobre el desarrollo organizada por el Banco Mundial y el Consejo de Análisis Económico francés certificó ayer en París el estrepitoso fracaso de las políticas de ayuda a los países pobres, al tiempo que dibujaba un panorama desolador. Sin necesidad de esperar a las conclusiones de estas jornadas, los oradores y expertos que abrieron el debate dieron por sentado que el mundo se encamina hacia un desastre social de magnitudes incalculables si los países desarrollados no modifican sustancialmente su actitud."El proceso de mundialización tiene un potencial económico enorme, pero conlleva también el germen de la progresiva exclusión social", destacaron varios de los oradores. Los datos que ilustran la pobreza en el mundo y el incremento de la distancia entre ricos y pobres resultan tan abrumadores que las alarmas parecen haber empezado a sonar incluso en los organismos de inspiración liberal.

Más de 1.200 millones de personas viven hoy con menos de un dólar por día, las 225 mayores fortunas suman los ingresos anuales de 2.500 millones de personas. África, donde los ingresos medios por habitante continúan decreciendo, parece abocada a la catástrofe.

Más política

En su discurso, el primer ministro francés, Lionel Jospin, propugnó la construcción de la "mundialización política", como complemento inexcusable de la mundialización económica. "Esta mundialización política", dijo Jospin, "lleva el nombre de regulación. Ha llegado el momento", añadió, "de atacar el problema de la arquitectura de la regulación mundial".

El presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn, subrayó que la visión tradicional que diferencia entre países desarrollados y en vías de desarrollo está periclitada, "porque estamos", dijo, "en un mundo único en el que los problemas reales de la gente y los derechos de los pueblos no deben quedar al margen de las estadísticas macroeconómicas".

Más crítico aún con el proceso de mundialización en curso se mostró el vicepresidente de este banco, Kemal Dervis, quien, en declaraciones al diario Libération, reconoció que la desregulación financiera "ha ido demasiado lejos". Dervis añadió que, aunque las crisis financieras de 1997 y 1998 han sido reabsorbidas en el plano macroeconómico y los bancos occidentales han salido bien librados, "los estragos sociales están ahí: decenas de millones de personas han quedado en una situación de pobreza extrema. Necesitamos", añadió, "un Estado capaz de reconducir la situación con impuestos y educación".

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