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Conchita irradia confianza

La española disputa hoy, ante Mary Pierce, su primera final en París

Su cara no engaña. Conchita Martínez es feliz. Han pasado muchos años desde que llegó al circuito profesional del tenis femenino, y pocas veces se la ha visto con una sonrisa tan serena y sincera. Ella es así de natural. Hoy disputa su primera final en Roland Garros ante la francesa Mary Pierce (La 2, 14.30), pero las circunstancias por las que ha ido pasando Conchita a lo largo de su carrera no siempre le han permitido mostrarse tal cual es. Sin embargo, esa sonrisa ha aflorado ya en otras ocasiones. La mostró en sus primeros años de profesional, junto a Eric Van Harpen, cuando llegó a Barcelona después de ganar el torneo de Tampa, donde había eliminado a la argentina Gabriela Sabatini, entonces una de las estrellas indiscutibles del circuito. Más adelante, se la volvió a ver feliz en Londres cuando ganó su primer título del Grand Slam, el de Wimbledon, en 1994. Pero luego vino una etapa de supervivencia, larga, convulsiva, más o menos discreta. Hasta que el año pasado una larga enfermedad de su padre, Cecilio, volvió a despertar en ella sus mejores sentimientos.No. Conchita no pasa de nada. Puede que su actitud haya llevado a pensar que le daba lo mismo ganar o perder algunos partidos, que con lo que ganaba ya tenía bastante, que no necesitaba ni más dinero ni más gloria. Ella misma lo ha confesado muchas veces a sus íntimos. Pero no es cierto. No le basta lo que ha logrado hasta ahora. Tal vez sí le ha bastado durante muchos años, pero no ahora. Ahora quiere más. Tiene ante sí la posibilidad de ganar el torneo de Roland Garros, y no está dispuesta a dejar que se le escape. Hasta ahora ha jugado dos finales del Grand Slam, y en ambas ha defendido sus opciones con uñas y dientes. Baste recordar que ganó su primer título en 1994 en Wimbledon, donde superó nada menos que a Martina Navratilova, la que más títulos individuales ha ganado en la catedral, en la final. No lo logró en el Open de Australia en 1998, donde Martina Hingis se mostró insuperable.

Preparación y confianza

Pero en París la cara de Conchita irradia confianza. Esta vez no será fácilmente batible, ni siquiera para la francesa Mary Pierce, su última rival. Lo descubrió Arantxa Sánchez Vicario en las semifinales y quedó sorprendida por la solidez mental y la convicción en la victoria que la tenista aragonesa demostró con su juego. Ésta no es la Conchita que había perdido siete veces consecutivas contra Arantxa, y que ha cedido ante Mary Pierce las dos últimas veces en que se han enfrentado (10-6 a favor de la francesa). Esta Conchita puede luchar contra Pierce y contra el público, que ha recuperado el respeto por su jugadora, la misma que salió silbada de la pista en 1994 tras perder la final contra Arantxa. La aragonesa no se siente agobiada por la presión de jugar una final, puesto que con el psicólogo Guillermo Pérez y su entrenadora y amiga, la argentina Patricia Tarabini, han preparado a conciencia el partido ante Pierce.

"Lo único que le digo es que juegue y que sea feliz. Que se divierta en la pista porque a jugar no la voy a enseñar", asegura Tarabini. La final no será fácil, como no lo es ninguna. Pierce llega a ella con una victoria importante frente a Martina Hingis, de la que salió con una deshidratación, que no debe afectarla esta tarde. "Contra Arantxa, en 1994, estuve muy tensa y apenas pude dormir la noche anterior, pensando que debería hablar en francés tras la final y había practicado poco", explica Pierce. "Sin embargo, ahora tengo más experiencia. Sé que si juego nerviosa y presionada, perderé. Me parece genial estar en la final. Será un partido difícil ante Conchita, que es una gran jugadora. Pero estoy en París y juego la final, y eso me ilusiona".

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