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Autoridades políticas y monetarias de la Unión Europea salen en defensa del euro

Los representantes políticos y las autoridades monetarias europeas apoyaron ayer la incipiente recuperación del euro con una cascada de declaraciones dirigidas a sostener el proceso en curso. Implícita o explícitamente, unos y otros dieron pábulo a la posibilidad de una intervención del Banco Central Europeo y abundaron en el compromiso de la construcción política de la Unión. El euro, que había perdido un 25% de su valor frente al dolar estadounidense desde su nacimiento en enero de 1999, vivió ayer otro de sus escasos días de alivio y se cambió al cierre a 0,926 dólares.

La suntuosa ceremonia del bicentenario del Banco de Francia y la Conferencia Monetaria Internacional, que reúne a la flor y nata de las finanzas y a los más influyentes hombres de negocios del planeta, ofrecía una oportunidad magnífica que las autoridades europeas no desaprovecharon. Sus preparados discursos contaron esta vez con el poder de convicción añadido resultante de la mejoría que muestra en los últimos días el convaleciente objeto de debate, es decir, el euro. La divisa europea se recuperó ayer, siguiendo la tendencia iniciaca el viernes, hasta los 0,926 dólares.El euro fue efectivamente el tema monográfíco de esta primera jornada de la Conferencia Monetaria Internacional, que se celebra a puerta cerrada y a la que asisten los gobernadores de los bancos centrales de Estados Unidos, Reino Unido, Japón, Alemania y Francia.

Lejos de apagar la llama de un posible intervención encendida el viernes, el presidente de la Bundesbank, Ernst Welteke, reiteró ayer que "la intervención es una de los instrumentos disponibles", aunque, claro está, sin llegar a desvelar el misterio: "Sólo deberíamos hablar de intervención cuando haya tenido lugar", indicó. También el ministro francés de Economía, Laurent Fabius, esgrimió subrepticiamente idéntica amenaza apuntando que tanto él como el resto de sus colegas europeos "no son hostiles" a la utilización de ese recurso al que tan sensibles se muestran los mercados financieros. .

En línea con el proyecto reformador de las instituciones comunitarias que Francia pretende introducir durante su próximo presidente europea, el presidente Jacques Chirac y el primer ministro Lionel Jospin pusieron el acento en el insuficiente desarrollo político de la UE. Ambos subrayaron la necesidad de reforzar el papel del Euro 11 y Chirac pidió que se profundice en las reformas estructurales y propugnó que los países del euro "coordinen mejor su prácticas presupuestarias y refuercen los instrumentos y procedimientos de decisión económicos".

Chirac apeló a los responsables financieros y monetarios para que "limiten los excesos" bursátiles que puede traer la denominada nueva economía sin que por ello no reconociera el dinamismo de los nuevos mercados. Chirac defendió el valor incontestable del euro . Jospin habló de un diálogo en profundidad entre los ministros de la Unión y todos dieron por sentado que el euro es un proyecto seguro sin retroceso posible que ya ha mostrado sus ventajas al ahorrarle a Europa buena parte de los efectos desestabilizadores de las crisis asiáticas y rusa.

La tesis que atribuye la situación del euro a la escasa convicción política del proyecto europeo fue puesta en entredicho pero amablemente y con lenguaje diplomático por las autoridades y banqueros estadounidenses. Así, William McDonough, presidente de la Banca de la Reserva Federal de Nueva York, indicó que, a su juicio, la depreciación del euro "no es resultado de la debilidad de la moneda europea, sino de la fortaleza misma del dólar". Tras el diagnóstico, la receta. "Los europeos deben hacer como los americanos en 1990 y utilizar la debilidad de su divisa para continuar con sus reformas estructurales y reforzar sus economías. Es toda una oportunidad", afirmó Walter Grubert, vicepresidente del banco de inversión JP Morgan. Los europeos no encontraron demasiado consuelo en esas palabras, sobre todo teniendo en cuenta que, como indicó Laurent Fabius, la persistencia del proceso de depreciación puede desatar las tensiones inflacionistas y provocar un aumento de los tipos de intereses que recortaría el crecimiento.Al igual que muchos de los banqueros, Walter Grubert atribuyó la fragilidad de euro al diferencial del crecimiento de Europa y EEUU.

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