Prejuicios
Como me interesan los prejuicios como materia de estudio, todos los días observo, medio divertido, esta cruzada por la unidad de España en la que hace tiempo se ha embarcado la sección de Opinión de EL PAÍS. Unos días es Cataluña (la tierra de la avaricia); otros, el País Vasco (la tierra del mal), y últimamente también Galicia (la tierra de las bobadas, según Félix de Azúa). En principio se nos recuerda constantemente que esto no va contra los pueblos en sí, sino contra unos señores muy malos que nos tienen engañadísimos, pero luego resulta que nuestras lenguas son ridículas; nuestras celebraciones, una paletada, y lo que votamos, un atraso. Qué le vamos a hacer, somos así de burros. Nada que comentar al respecto. Así que sólo dos cuestiones técnicas: a J.M. Guelbenzu y su artículo sobre la extrema dificultad de pronunciar Girona, que Londres no es la palabra española para London, sino la (torpe) pronunciación española de la palabra francesa (con lo que su ejemplo contradice toda su tesis); a Félix de Azúa, que precisamente es el arrianismo (del que él observa restos) lo que nunca se dio en Galicia; era una peculiaridad del reino visigótico (aparte de que nada tiene que ver con Galileo). Y es que a veces, cuando se está perpetuamente enfadado, se escribe más de lo que se lee.- Miguel-Anxo Murado. Belén, Palestina. El artículo Alucinación, de Félix de Azúa, testimonia la deriva hacia lo políticamente incorrecto en el tratamiento periodístico del problema de las minorías culturales españolas. Un enfoque igualmente gracioso del derecho a ser diferentes de los homosexuales, las mujeres o los gitanos hubiesePasa a la página siguienteViene de la página anterior
resultado inadmisible. Pero parece que empieza a resultar risible que un gallego, un catalán o un vasco quieran parapetarse ante la evidente preponderancia cultural castellana. Europa luchará contra el dominio mediático estadounidense, los agricultores se enfrentarán a la uniformización alimentaria, celebraremos cada nuevo hito de lo hispano en Norteamérica, etcétera. Mientras tanto vamos a convertir los reductos culturales ibéricos en objeto del chiste y la conmiseración.- .
