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Entrevista:AMIGOS Y VECINOS / BIGAS LUNA

"El mejor director es el que no hace nada"

Pregunta. Así que ahora nos ha dado por la docencia, amigo Bigas...Respuesta. ¿Te refieres a ese curso que voy a dar en la galería Metropolitana?... Bueno, me apetecía enseñar a los jóvenes lo que he aprendido durante los años que llevo haciendo cine. Y lo digo sin petulancia alguna, que conste, ya que yo también espero sacar algo de ellos. Vamos a utilizar vídeo digital, una técnica que me interesa mucho y que me parece que tiene un gran futuro.

P. Ya hay quien dice que el celuloide tiene sus días contados.

R. Es posible a la larga. Mi teoría es que, a medio plazo, el celuloide seguirá usándose en el cine convencional y en las grandes superproducciones de Hollywood, pero el vídeo digital, por sus condiciones prácticas, democráticas, accesibles, será el vehículo ideal para narrar historias pequeñas o no tan pequeñas.

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P. Tú no predicas con el ejemplo precisamente. Tus películas cada vez son más caras.

R. No lo son si las comparas con los presupuestos norteamericanos; de hecho, son producciones normales a un nivel europeo. Supongo que con el tiempo me he acostumbrado a trabajar con medios. Está muy bien si sabes utilizarlos. Cuando empecé lo quería hacer todo personalmente, con un equipo reducidísimo ya me apañaba... Eso es lo que decía, pero lo que me pasaba es que no tenía ni idea de nada, y esa incompetencia se hace mucho más evidente cuanto más grande es el equipo y mayor el presupuesto. Cuando te sientes cómodo con el oficio, te das cuenta de que el mejor director es el que no hace nada. Es decir, el que se conforma con saber lo que quiere explicar y cómo lo quiere explicar.

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P. ¿Ha habido bofetadas para apuntarse a tus cursos?

R. Se presentaron unos 150 posibles alumnos, de los que yo seleccioné 15 o 16. Es gente de veintitantos años. La mayoría viene ya del audiovisual, pero también hay gente de otros ámbitos, atraída por las capacidades narrativas de la imagen. Cada vez me gusta menos hablar de cine, prefiero referirme a la narrativa en imágenes.

P. Hablabas de que tus películas se ven en toda Europa, pero la batalla norteamericana parece que la hayas dado por perdida...

R. No es exactamente eso. Yo estuve muy fascinado por América en la época en que rodé Reborn y pretendía llevar a cabo aquel proyecto delirante con Mae West y Pérez Prado del que te he hablado en más de una ocasión, pero... ya no siento esa fascinación por un país en el que se come mal y del que las dos únicas cosas que me interesan son los paisajes y la distribución cinematográfica, que son espectaculares... Hace años me ofrecieron una serie de proyectos para rodar allí, pero eran tan poco interesantes...Una secuela de Viernes 13, por ejemplo. Eso ya te da una idea de su ojo clínico.

P. Nunca he entendido esa manía de los americanos de contratar a un europeo que hace un tipo de cosas para encargarle algo que no tiene nada que ver con él.

R. Son miopes. Y tacaños. Un europeo es más barato que un norteamericano. Y además los ejecutivos de las majors tienen intuiciones con nosotros. Equivocadas, eso sí. Ven nuestras películas, las entienden a su manera y luego nos ofrecen Viernes 13, parte 34.

P. ¿Has visto la última de Scorsese?

R. Aún no. ¿Qué tal?

P. Excelente, pero en su país no ha dado un duro. Es triste, ¿no? Los sentimientos auténticos, los que muestran gente como Martín Scorsese, Paul Schrader, Atom Egoyan o Terrence Mallick, no le interesan a nadie. Y mientras tanto, los farsantes sensibleros como Steven Spielberg se forran.

R. Ramón, no seas ingenuo, eso es algo que deberías tener asumido hace mucho tiempo. A mí ya me da igual: siempre ha habido primeros de la clase y siempre han sido repelentes. Cuando vi que un adulto forrado de pasta como Spielberg rodaba una tontería infantiloide como Hook, me dije: ese hombre tiene serios problemas. ¿Sabes en qué consisten sus problemas y los de la gente como él? En que las cosas que les mueven son de las que nunca te sacian. La buena comida y el buen sexo te dejan saciado, pero el dinero y el éxito no. Siempre quieres más. Y claro, acabas rodando películas con Robin Williams y unos niños que se tiran plastilina unos a otros. ¿Que Scorsese tiene problemas para que le financien su próximo proyecto? Eso es normal cuando tu carrera es, simplemente, algo que está ahí y que está muy bien, pero que la industria no considera fundamental. Lo fundamental es cuánto ha recaudado tu última película.

P. ¿Qué tal te lo estás pasando con Manuel Vicent y Rafael Azcona, ahora que colaboráis en la adaptación de Son de mar?

R. Ésos dos son proteína pura. Me lo paso de miedo con ellos: una lucidez, un humor...Vicent me ha dado grandes consejos para mantenerme joven. Sostiene que cuando empiezas a decir con demasiada frecuencia "¡qué barbaridad!" es que te estás haciendo viejo. Y cuando dices "esto habría que prohibirlo", ya has entrado en la tercera edad.

P. Gran lección de tolerancia. Muy útil si te obligan a ver Gran Hermano.

R. Espantoso, ¿no? Y aburrido, muy aburrido. Es curioso, hace años, a mediados de los setenta, vi en la Documenta de Kassel a un artista que experimentaba con el encierro: la cámara le seguía a todas partes y registraba cualquier actividad... No era morboso, era una reflexión sobre la conducta humana cargada de poesía... Veintitantos años después, esa idea se convierte en una vulgaridad.

P. Después de Son de mar te metes con una historia que estás escribiendo con Alicia Giménez Bartlett. Por lo que he oído, puede ser tu película más personal desde La teta y la luna, que nos encantó a los cuatro que la vimos. Está inspirada en vivencias tuyas, ¿no?

R. Las únicas fuentes de inspiración que conozco son lo que has vivido y lo que has leído.

P. ¿Podrías ser un poco más concreto?

R. Si no te importa, preferiría no serlo.

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