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Tribuna
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Matanza

La matanza anual de atunes ha comenzado. Se produce cada primavera, desde hace algunos años, en aguas del Mediterráneo español, sin que las administraciones autonómica y central, tampoco la comunitaria, hayan tomado cartas en el asunto. Los grupos ecologistas han alertado de las graves consecuencias de esta pesca intensiva, que puede suponer la desaparición de la preciada especie, pero sus denuncias no han servido para nada. Grandes barcos factoría, palangraneros industriales de medio centenar de metros de eslora, dotados con los más modernos sistemas de detección, en algunos casos hasta con helicópteros, para localizar más fácilmente los bancos de pescado, faenan ya a destajo frente a las costas murcianas, incluso dentro de los límites de las aguas territoriales españolas. Algunos de estos barcos son franceses, otros, italianos, pero muchos llevan bandera de conveniencia, mientras otros ni siquiera se molestan en ondear una bandera, ni en mostrar su nombre o enseñar cualquier tipo de identificación, por lo que pueden ser calificados como barcos pirata. Su botín lo constituyen miles de toneladas de atún rojo -una de las especies más cotizadas-, que, para más inri, descargan con total descaro e impunidad en puertos españoles. Estamos ante una masacre que las autoridades españolas y europeas autorizan cada año por la vía del silencio administrativo: no hacen nada para evitarla. Al ritmo actual, con más de 40.000 toneladas pescadas cada año, el atún rojo desaparecerá en poco tiempo. Porque las capturas se producen aprovechando la migración anual que estos peces efectúan para cumplir con su ciclo reproductivo en la única zona de desove conocida, que se sitúa al norte y al este de las Baleares. Los atunes, que recorren el litoral mediterráneo español -donde desde tiempo inmemorial han sido pescados en las tradicionales almadrabas- son capturados sin remisión, sin darles la oportunidad de reproducirse. Con palangres y redes de deriva de hasta 100 kilómetros, los bancos de atunes son sistemáticamente esquilmados. El desastre está cantado, pero la matanza se repite cada año. ¿Hasta cuándo? ¿Hasta la total extinción de la especie?

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