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La próxima revolución médica

El presidente del Comité de Coordinación de la Unesco para el Proyecto Genoma Humano, Santiago Grisolía, aseguró ayer en Valencia que "no se puede patentar" el mapa del genoma como tal, pero sí "la posible aplicación de ese conocimiento" para dar ciertos incentivos a las compañías farmacéuticas.Grisolía aseguró que el conocimiento del mapa del genoma humano, que el consorcio público internacional concluirá entre los años 2002 y 2003 -dos o tres años después que la firma Celera Genomics- constituirá una "revolución social" y permitirá hacer una medicina preventiva e individualizada. "Permitirá conocer la estructura interna para ver las diferencias que hay entre las personas, con el objetivo de que los investigadores puedan conseguir productos farmacéuticos a medida", afirmó Grisolía.

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Actualmente se sabe que existen entre 4.000 o 5.000 enfermedades monogenéticas, es decir, provocadas por la alteración (mutación) en un solo gen, y la más frecuente en España es la fibrosis quística. Sin embargo, las variantes genéticas presentes en cada individuo influyen decisivamente en su propensión a contraer prácticamente cualquier enfermedad, incluidas las afecciones cardiacas y los numerosos tipos de cáncer, principales causas de mortalidad.

El investigador del CSIC Emilio Muñoz señaló que la declaración conjunta de Clinton y Blair supone un "importante apoyo" a los científicos de las instituciones públicas, cuyas fuertes inversiones en el proyecto justifican que los resultados deban estar "al alcance de toda la comunidad científica".

Muñoz también afirmó que la comunidad científica tiene a su favor, para que los resultados se hagan públicos, la escasa participación de la mayoría de las empresas farmacéuticas en el proyecto. Estas grandes compañías, según el investigador, "prefieren que los resultados se hagan públicos para no tener que pagar por ellos" cuando los quieran usar para el desarrollo de nuevos fármacos.

Tras la decripción de los genes que conforman el ser humano -entre 80.000 y 120.000, según los cálculos aproximados que manejan los expertos- habrá que investigar las funciones de cada uno de ellos para lograr tratamientos contra determinadas enfermedades, según Muñoz, quien añadió que "las compañías sí podrían tener la posibilidad de patentar estos hallazgos".

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