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Forofos del mitin

La cercanía de los actos rurales se sustituye por el alarde técnico en grandes espacios para provocar reacciones entusiastas

Tereixa Constenla

En grandes actos, donde se examina la capacidad de movilización, se activa todo el engranaje interno para llevar afiliados de la Ceca a la Meca, si es menester. A pesar de que este trasvase de público es un secreto a voces, muchos políticos se empeñan una y otra vez en presumir de que su hinchada es netamente local, aunque resulte ridículo. Le pasó a Rafael Merino, ex alcalde de Córdoba y candidato del PP al Congreso, durante un acto con José María Aznar en el pabellón de deportes Vista Alegre, con unas 7.000 personas, el pasado 3 de marzo.Merino les miró con arrobo y se ufanó: "Hemos llenado el pabellón con cordobeses, ellos van a tener que traerlos de toda Andalucía". El pavoneo hubiera salido redondo, de no ser por el vídeo gigante que le protegía las espaldas, donde se reflejó en ese momento una pancarta: "Gibraleón con Aznar". De Gibraleón (Huelva), cerquita de Portugal, llegaron tres autobuses cargados de entusiastas. Cuatro horas de viaje a la ida, otras tantas a la vuelta.

Muchos pecan de lo mismo. El secretario regional de Juventudes Socialistas, Rafael Velasco, le dijo a Manuel Chaves: "Eres el único que llenas sitios como éste". Era un acto con jóvenes, en el pabellón La Arganzuela, en Córdoba, y se habían fletado autocares de toda Andalucía. Antonio Martínez, de 19 años, desde Almería; Daniel Rodríguez, de 21, desde Sevilla; Fernando Rabaneda, de 16, desde Linares. De Córdoba acudieron gentes como Tomás Villena y María Haro, sexagenarios, y fieles seguidores socialistas: "Ni el socialismo ni el comunismo hacen nada, pero mi voluntad es estar con ellos". Ese mismo día por la tarde, en Puente Genil, Chaves se enfrentó a otro público: gentes rurales, sencillas. José Ortiz, 64 años, es de ellos.

-La derecha no trabaja para los pobres, dice.

-Ahora se disputan el centro

-Pero Aznar no es de centro, de centro es éste, zanja en referencia a Chaves.

Los mítines rurales son participativos, la gente dialoga con los políticos y se aprecia mayor conexión. También el escenario influye: el candidato andalucista Pedro Pacheco protagonizó un acto en el teatro de Écija (Sevilla) que rozó más lo académico que lo electoralista. Tanto por su discurso, sin apenas concesiones a la guasa fácil, como por el silencio y la atención del público, entre los que se hallaba el banderillero Francisco Peña, de 30 años. "No me gustan los mítines, pero éste es el partido de mi tierra y mi pueblo".

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Una opinión similar a la de Dolores, una empleada de hogar, que ha acudido con sus hijos. Pacheco ha movilizado incluso a Bernardo Bouzas, un gallego afincado en Écija desde hace 30 años. Admite que los andalucistas le resultan "simpáticos". "Aquí están haciendo más cosas que los socialistas, aunque ideológicamente me sentía más cerca", aclara. En los actos masivos se opta por el despliegue técnico y aparatoso. Aznar desembarcó en el pabellón de deportes de Vista Alegre, en Córdoba, arropado por un haz de luz azul, que provocó el delirio. Flori Corriente, dos hijos, trabajadora doméstica, 53 años, se emocionó hasta la lágrima: "Es como si fueras a presenciar algo grande". Acompañada por varias amigas, aclara que simpatiza con Aznar "de toda la vida". "Mi padre era militar, vamos de derechas, pero eso no nos lo inculcó", explica. Besó a Martínez, Botella y Arenas. "Les di ánimo y me dieron las gracias".

En las primeras filas se concentran jóvenes, de predominantes melenas rubias, aunque no es el caso Pilar, una licenciada en Derecho, 25 años, simpatizante del PP, que aprecia los mítines, incluso con su parte de "espectáculo", para "oir las propuestas". En el resto del pabellón, abundan las personas de la cincuentena en adelante. Purificación Rubia, de 74 años, acude casi por regocijo. Le gustó Julio Anguita, le gusta Aznar: "Vengo a hacerle una foto a Jose Mari, aunque ya tengo otra". Mientras sus compañeras intentan besar y achuchar a esos rostros por lo general lejanos, Purificación saca su cámara, se retira un pelín y dispara para inmortalizar el triunfal paseíllo de Aznar camino del estrado. Un recorrido azaroso, repleto de manoseos. "Es importante que vean que hay mucha gente que lo quiere", aclara Cati Salazar, cordobesa, 69 años.

Fidelidad de la izquierda

Rotundamente fiel: así es el asistente a los actos de IU, informa Jesús Arias. Gente que ha capeado contra viento y marea los temporales de la decepción con los socialistas en los años ochenta, las revelaciones místicas de Julio Anguita y un mundo que quería darle la espalda a golpe de cheque y OPA hostil a valores como la solidaridad, el antirracismo o el compañerismo. Eso ha hecho que los votantes de IU pareciesen a veces bichos raros, pasados de moda, ondeando aún banderas del Che Guevara o alzando el puño. Pero ahora, en sus actos, se respira otro ambiente. Como si la izquierda regresara a las pasarelas.

"Es que vuelve a haber ilusión", dice Américo Cabello, un funcionario de 66 años, "comunista de toda la vida, desde los 16 años", puntualiza mientras aguarda la llegada del nuevo líder de IU, Francisco Frutos al Palacio de Congresos de Granada. Pero no son sólo los viejos comunistas de toda la vida los que asisten al mitin. Hay jóvenes. Muchos, muchísimos jóvenes. Gran parte de ellos reparten revistas de ONG's. Es el caso de Rafael Ruiz, un estudiante de 24 años. "Siempre me he considerado de izquierdas, me viene de familia", dice. Con el palacio casi lleno, la gente empieza a entusiasmarse. "La cosa está creciendo", sentencia Antonio Villar.

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Sobre la firma

Tereixa Constenla
Corresponsal de EL PAÍS en Portugal desde julio de 2021. En los últimos años ha sido jefa de sección en Cultura, redactora en Babelia y reportera de temas sociales en Andalucía en EL PAÍS y en el diario IDEAL. Es autora de 'Cuaderno de urgencias', un libro de amor y duelo, y 'Abril es un país', sobre la Revolución de los Claveles.

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