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Elecciones 2000

'El debate bate'

Canal + emitió anoche El debate bate, la versión guiñolesca de ese debate entre candidatos que unos exigen con el mismo empeño con el que otros lo rechazan. Fue un espectáculo de categoría, que combinó, en clave de humor, los tópicos del género. La llegada en cochazo, las imágenes de los contendientes maquillándose y, luego, el momento de la verdad.El debate propiamente dicho fue una antología de los peores recursos que suelen esgrimir los políticos en campaña. Como en un bombardeo, fueron cayendo las calumnias, los golpes bajos, las pullas supuestamente irónicas, los chascarrillos, las mentiras, las promesas, la basura dialéctica... Para darle mayor agilidad, se introdujeron algunos flashbacks y ensoñaciones especialmente ocurrentes y que resultaban tan ofensivas para unos como para otros.

A Aznar le tocó revivir, en blanco y negro, la escena del dictador que inmortalizó Chaplin en El gran dictador, bailando en su despacho con la bola de mundo. Al líder socialista, en cambio, le tocó participar en un reparto de poderes y corrupciones en compañía de gángsteres sin escrúpulos en el más puro estilo Atraco perfecto.

La broma no era, por supuesto, nada inocente (casi tan dura como aquél guiñol parodiando El padrino con Felipe González de protagonista). A veces quizás conviene exagerar para llevar hasta el límite la parodia y, aunque comparar al Partido Popular y al PSOE con dictadores y gángsteres sea bastante exagerado, hay que confiar en el sentido del humor y la capacidad autocrítica de todos para saberlo digerir y, sobre todo, reconvertir en enseñanza.

El debate bate fue un ejercicio de libertad. Recibieron tanto Joaquín Almunia como José María Aznar. Y si, en algún momento, pudo parecer que el presidente del Gobierno se llevaba la peor parte, fue porque el muñeco y la imitación del candidato popular están más conseguidas que las del secretario general de los socialistas.

El cara a cara de los guiñoles no fue ni gratuito ni frívolo. Nos dio la oportunidad de preguntarnos si realmente hacen falta debates electorales de verdad si de lo que se trata es de asistir a un intercambio de lanzamiento indiscriminado de basura. En este sentido, fue muy oportuna -y bastante cruel- la imitación del concurso con el sonido del reloj tipo 1,2,3 Responda otra vez en la que, durante unos segundos, ambos candidatos de goma iban soltando promesas imposibles de cumplir, pero no demasiado distintas a las que, unos minutos antes, los candidatos reales acababan de hacer en las noticias de verdad.

El debate bate ha sido, por ahora, la crítica más seria a nuestra actual clase política y confirma las virtudes de un espacio que debe continuar en esta línea y que, con sus excesos, nos permite reírnos pensando que, por más que se pasen los muñecos de látex, sus exageraciones se parecen mucho a la materia prima que las inspira y son, en el fondo, el espejo deformante y esperpéntico de una realidad.

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