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Debates electorales JAVIER PÉREZ ROYO

No es fácil encontrar una fórmula para los debates en televisión en campaña electoral. En principio, la participación de los candidatos de todos los partidos que tuvieron representación parlamentaria en la anterior legislatura parece la más justa. Aunque las diferencias entre unos partidos y otros son enormes, la oferta electoral debe limitarse lo menos posible. La diferencia entre unos partidos y otros tiene que ser la resultante casi exclusivamente de la decisión de los ciudadanos en las urnas con la menor distorsión posible por las condiciones en que se formula la oferta electoral.Nada que objetar, en consecuencia, a la fórmula del debate electoral que se celebró el miércoles pasado en Canal Sur y en el que participaron los candidatos a la presidencia de la Junta de los partidos con representación parlamentaria. La fórmula ha sido incluso mejor que la de TV 3 en las pasadas elecciones autonómicas catalanas, ya que en Andalucía se ha producido un debate y no una sucesión de monólogos como ocurrió en Cataluña. Es posible, además, que tratándose de una televisión pública, la fórmula no hubiera podido ser distinta, ya que la Junta Electoral no habría autorizado un debate en el que no participaran los candidatos de los partidos con representación parlamentaria.

Y, sin embargo, la fórmula no funciona. El debate múltiple entre partidos, de los que se sabe que unos son "partidos de gobierno" y otros no, es muy difícil, por no decir imposible, que consiga centrar la atención de los ciudadanos. En debates sectoriales la participación múltiple puede ser fructífera. Pero en debates generales entre candidatos a la presidencia de la Junta (o del Gobierno de la Nación), el debate múltiple difumina el mensaje de cada uno y hace que los ciudadanos se desinteresen de lo que los candidatos ofertan.

Todos recordamos en las elecciones generales de 1993 el éxito que tuvieron los debates entre Felipe González y José María Aznar. Y creo que nadie dudaría del éxito que habría tenido en el otoño pasado un debate entre Jordi Pujol y Pasqual Maragall o el que tendría uno entre Manuel Chaves y Teófila Martínez o entre Aznar y Almunia en este momento. La fórmula del enfrentamiento directo entre los dos candidatos de los dos partidos que tienen la posibilidad real de formar gobierno es insustituible para que los ciudadanos puedan formarse una opinión sobre el programa con base en el cual va a ser dirigido el país o la comunidad autónoma y sobre la confianza que le merece la persona que va a ser portadora de dicho programa. Habría que buscar una fórmula para que un debate de este tipo se celebrara en todas las consultas generales y autonómicas. La fórmula de Canal Sur ha sido la menos mala. Pero no es buena. No puede serlo.

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