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Tribuna
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Qué cruz

La malévola insistencia con que, desde el Gobierno, se nos recuerda constantemente que la Ley de Extranjería que acaba de entrar en vigor es una especie de gauchada, un exceso de benevolencia hacia el fenómeno de la inmigración -y es que en este país somos estupendos, sobre todo los del PP-, se ve reforzada ahora por las muestras de desinterés en su aplicación, la desgana o incluso nulidad con que quienes deben, desde el Ministerio del Interior, facilitar los medios necesarios, se ponen a mirar hacia otra parte y dejan que allá se las compongan los funcionarios en los lugares donde el problema de los extranjeros por legalizar debería resolverse, no exasperarse. Qué actitud tan curiosa de un Gobierno que teóricamente se alinea con sus colegas de la UE en su repulsa a la subida al poder, en Austria, de un reconocido racista: panda de hipócritas.Habrá que recordar, no sólo a las autoridades sino también a esos buenos ciudadanos que telefonean a las emisoras de radio o televisión para expresar su preocupación por el aumento de la inmigración extranjera, habrá que recordarles, digo, el reciente estudio económico que el Consell Assesor d'Inmigració, dependiente de la conselleria de Benestar Social de la Generalitat de Catalunya, encargó a un grupo de especialistas para que evaluaran los beneficios económicos directos e indirectos que produce la inmigración en la mencionada autonomía.

Como resultado de este trabajo, y gracias a que casi todos los periódicos catalanes le dieron la máxima difusión, supimos que la diferencia entre las aportaciones de los inmigrantes legales y los gastos que generan supuso -con estadísticas de 1997 en la mano- un beneficio neto para la administración autonómica de 73.245 millones de pesetas. Es obvia su contribución al mantenimiento de nuestro Estado del bienestar, como lo es el hecho de que, legalizando a los sin papeles, aumentaremos el beneficio. Son razones del bolsillo que, bien divulgadas, hasta el más cerril de los racistas entiende.

Pero ahí está el Gobierno. No es que no se centre; es que, claramente, incumple la ley. En esto como en lo de Pinochet. Y con estilo idéntico: por abandono de funciones. Jesús, qué cruz. Gamada, por cierto.

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