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Gran apagón en el espionaje americano

A las siete de la noche del pasado lunes, un técnico de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) de Estados Unidos se quedó perplejo ante la pantalla de su ordenador. El sistema se había bloqueado. Enseguida alertó a sus superiores con la alarmante noticia: un fallo informático acababa de paralizar a la mayor agencia de inteligencia norteamericana. La NSA, en uno de sus escasos comunicados de prensa, confirmó el pasado sábado que durante 72 horas fue incapaz de procesar datos, satélites, conversaciones telefónicas, códigos informaticos, y demás informaciones confidenciales que cada día llegan a su central de Fort Meade, a pocos kilómetros de Washington.La NSA no tuvo más remedio que reconocer el incidente después de verlo en los informativos de la cadena de noticias ABC. La agencia más secreta del espionaje norteamericano no está muy dada a confesiones. En su comunicado oficial asegura que el fallo no se debió a la acción de sabotaje de un pirata informático o al retraso de un efecto 2.000; el sistema simplemente se saturó y falló por un error. "No hemos podido procesar la información pero pudimos seguir recogiendo datos y no hemos perdido nada significativo", aseguró ayer un responsable de la NSA "Este ha sido un fallo grave". El apagón duró del lunes por noche hasta el viernes por la mañana, 72 horas en total.

Después de miles de horas extras y millón y medio de dólares en gastos de reparación, el sistema funcionaba ayer al 90% de su capacidad. Mientras tanto, otras agencias como la CIA o el servicio de inteligencia militar trataron de suplir las deficiencias de la NSA. Todas sus operaciones en el extranjero quedaron momentáneamente interrumpidas. Con sus 38.000 empleados, la NSA es la mayor agencia de inteligencia de Estados Unidos, dos veces más grande que la CIA y dos veces más secreta. Produce el 80% de la información que manejan los diversos servicios norteamericanos. Está al frente de ella el sumamente discreto teniente general de las Fuerzas Aereas, Michael Hayden.

Durante la guerra fría y hasta hace poco, Washington negaba su existencia. Las bromas de la capital sustituyeron el significado original de sus siglas, National Intelligence Agency, por No Such Agency (no existe esta agencia) o Never Say Anything (nunca dice nada). Su misión es ante todo escuchar, ser la oreja de Estados Unidos en el resto del mundo: recoger datos, captar información, espiar conversaciones, descifrar códigos secretos para proteger la seguridad nacional. Una misión que se ha complicado con los años. La NSA antes sólo tenía un objetivo: los rusos. Desde el final de la guerra fría los enemigos se han multiplicado, terroristas internacionales, tráfico de armas nucleares, milicias, y las tecnologías se han vuelto cada vez más complejas. Ya no sólo se trata de acumular fotos satélite o interceptar llamadas telefónicas, la NSA debe infiltrarse en las comunicaciones digitales, descifrar los códigos cada vez más complejos que utilizan los carteles de la droga, recoger los datos transmitidos por Sadam Husein a su estado mayor por cable subterráneo o seleccionar la información adecuada de los millones de páginas de Internet, que difunde los mensajes del Hezbolá libanés o del gobierno Talibán en Afganistán.

La NSA está saturada y es un problema que lleva ya varios años preocupando a Washington. El incidente de la semana pasado ha vuelto el problema más acuciante. La agencia ha sido duramente criticada por los Comités de Inteligencia del Congreso que la acusan de no saber ponerse al día en las últimas tendencias tecnológicas. Sus responsables aseguran que necesitan más medios. "Nos estamos quedando sordos", reconocía un congresista norteamericano en una sesión de noviembre pasado. "Les cuesta mucho reconocer que un equipo de software de 199 dólares en el sector privado puede hace un mejor trabajo que cualquiera de sus equipos ultrasofisticados que valen una fortuna", comentaba a la CNN un experto en informática, Robert Steele.

Pero el error más grave que ha cometido la NSA en estos últimos años fue no poder anticipar las pruebas nucleares llevadas a cabo por la India y Pakistán. Demasiado preocupada por el programa de misiles de Corea del Norte, no supo interpretar los preparativos de Nueva Delhi e Islamabad. La Agencia no sólo sufre de exceso de información sino también de falta de personal cualificado. Para compensar esta carencia, la NSA ha desarrollado estrechas relaciones con el mundo informático.

La administración del presidente Clinton estipula que cualquier empresar informática que desee exportar un programa de este tipo debe pasar antes por el NSA e incluir en su software, un sistema que permita romper el códico de acceso sin que lo sepa el usuario.

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