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El PSC y la equidistancia FRANCESC DE CARRERAS

Francesc de Carreras

El intento de los socialistas catalanes de hacer una candidatura conjunta al Senado con ERC e IC está creando desconcierto y perplejidad en muchos de sus militantes y votantes. No, obviamente, por el acuerdo con IC, que le ha resultado enormemente beneficioso en las autonómicas pasadas, sino por el acuerdo con ERC, que muchos no entienden ni qué finalidad tiene ni a qué presupuestos responde.La Esquerra de hoy es un partido muy complejo y, en los últimos 25 años, ha sido siempre un partido muy peculiar. La herencia histórica representada todavía por Heribert Barrera ya pesa poco, aunque todavía se permite arbitrar alguna situación difícil, pero la mayoría de la dirección actual del partido poco tiene que ver con las viejas ideas de Macià, Companys o Tarradellas. Por el contrario, se trata de una dirección joven, incorporada a la política activa en los últimos años, tras la época de la transición, que hoy se presenta como independentista o soberanista. Algún rasgo en común tiene con los jóvenes talibanes convergentes -singularmente el afán de poder que supone el independentismo-, aunque es más laica, de izquierdas y de un nacionalismo más puesto al día que el de los discípulos de Pujol, todavía muy esencialistas y tradicionales.

¿Tiene algo que ver esta ERC con los distintos proyectos políticos que confluyen en el PSC? Ciertamente, algunos sectores dirigentes -sobre todo intelectuales y profesionales- del PSC se pueden encontrar cómodos junto a determinados sectores de Esquerra y viceversa, pero sus respectivos electorados, vistos en conjunto, son muy distintos. El electorado de Esquerra es básicamente nacionalista y ello prima muy por encima de su carácter de izquierdas. En el fondo, para muchos votantes del partido de Carod Rovira, su líder auténtico es el actual presidente de la Generalitat, el Jordi Pujol populista que se pasea por las comarcas del interior de Cataluña o departe con los botiguers de las ciudades grandes o medianas. Si no vota a CiU es porque Pujol es también el representante de sectores empresariales y profesionales a los que considera demasiado escorados a la derecha, no por creerle alguien que no es de los suyos.

Por su parte, el electorado socialista tiene poco que ver con el de ERC y, en los sectores más nacionalistas y maragallianos, se siente poco atraído por las posiciones independentistas de ERC; en el fondo, se siente más cercano a los sectores moderados de Convergència. Desde otro punto de vista, otros electores socialistas -en definitiva, el grueso de su electorado que vota en las generales y, en parte, se abstiene en las autonómicas- se siente muy distante de un partido como Esquerra, y esta coalición para el Senado no hace más que desorientarle sobre las intenciones de su partido en la política catalana. Pretender ganar a costa de perder votos entre tu electorado más fiel es la manera más segura de, a la larga, ir directo a la derrota.

Por tanto, en estas candidaturas conjuntas, quien tiene algo que ganar es ERC, la cual, presentándose sola, tiene escasas posibilidades de obtener algún escaño de senador, pero no veo el beneficio electoral que pueda obtener el PSC. Más aún cuando las elecciones al Senado no son por listas electorales y el votante puede componer su papeleta con candidatos de distintos partidos. Y tampoco veo que esta coyuntural alianza pueda reportar una mayor unidad con ERC en el Parlament de Catalunya frente a la actual debilidad de CiU. Como es sabido, el partido de Carod Rovira practica la curiosa táctica de la "equidistancia" y, tras el apoyo de hecho a Pujol en la investidura, ahora le conviene dar un giro a la izquierda que, en definitiva, no es otra cosa que un mero regate para, en la próxima etapa, dar de nuevo el apoyo a CiU. Una vez instalados en el Senado merced al apoyo socialista, esperan ofrecer de nuevo sus votos a Pujol para demostrar la exquisita equidistancia que practican a sus fieles partidarios.

En estas últimos horas, la reacción de los dirigentes de ERC ante la probable candidatura de Jordi Solé Tura hace visible la incoherencia socialista al apostar por tal opción. Carod Rovira, Carles Bonet y Josep Huguet han calificado, respectivamente, a Solé como "candidato del PSOE", "delegado del PSOE" e "impuesto por el sector más jacobino del PSOE". Joan Puigcercós, cabeza de lista de los candidatos a diputados al Congreso, ha ido más allá y le imputa, con notoria ignorancia de la historia reciente, que "es el padre espiritual de la LOAPA", olvidando que en aquellos tiempos Solé Tura era diputado comunista, precisamente el grupo parlamentario que primero promovió -junto con el Partido Andalucista- el recurso de tal ley ante el Tribunal Constitucional, recurso que, a la postre, declaró nulos los artículos que hubieran impreso un rumbo ciertamente centralizador al entonces naciente Estado de las Autonomías.

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La ingeniería política, en todo caso, nunca obtiene buenos resultados. El pacto de los socialistas con Esquerra es un ejemplo de ingeniería política que probablemente haga desistir a muchos de votar socialista y que, por supuesto, no logrará -porque no está en la lógica de las cosas- atraer a ERC al ámbito de la izquierda en Cataluña, alejándola de CiU. Esquerra está en la "equidistancia": ello quiere decir que si Pujol está en dificultades le salvará del apuro.

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