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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El bebé de Salomón

La decisión del Servicio de Inmigración de Estados Unidos de reconocer al padre del niño balsero Elián González el derecho de custodia del menor ha desatado una histérica reacción de protesta, que incluye acciones de desobediencia civil, por parte de los grupos más radicales del exilio cubano en Miami. Por legítimas que fueran las intenciones de su madre al tratar de huir con su hijo a Florida en una balsa -travesía en la que perdió la vida-, la patria potestad ha de tener precedencia sobre cualquier otra consideración para determinar la custodia del muchacho. Pero el sentido común parece ajeno a quienes han decidido rentabilizar políticamente el caso de Elián, tanto en Miami como en La Habana.Para los de Florida y un buen sector del partido republicano de EE UU, Elián es una ocasión caída del cielo con la que exacerbar los sentimientos de la opinión de su país contra la Cuba de Castro, subrayando el presunto mal que se le causaría al niño al privarle de ser educado en el paraíso de la libertad, que su madre quiso alcanzar aun a riesgo de morir en el empeño. El régimen castrista tampoco ha perdido la ocasión de presentar el asunto como un secuestro en torno al cual ha organizado toda una aparatosa escenografía de movilizaciones al uso, encabezadas por el propio Castro para atizar un sentimiento antinorteamericano que es de lo poco que le queda al dictador para apuntalar su desvencijado régimen.

Y en medio de todo ello, un desarbolado presidente Clinton, convertido en un dubitativo Salomón, ruega inútilmente que no se politice un caso que ya está definitivamente politizado y pide a los revoltosos, dispuestos a paralizar el aeropuerto de Miami para impedir la repatriación del niño, que actuén dentro de la legalidad mediande el ejercicio de recursos acciones legales. No es imposible que una demanda judicial paralice la devolución de Elián para consternación del presidente, que en lo poco que le resta de mandato preferiría dedicarse a la paz en Palestina y no a un conflicto de paternidad con la correosa comunidad cubana. Si así fuere, y con el debido respeto a todos los tecnicismos legales, se estaría haciendo un inmerecido favor a dos extremos: la caverna de Miami y la oligarquía de La Habana. Ambas pelotean con Elián sin que les importe de verdad la criatura.

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