Mejora radical en los carriles-bus
El otro día un taxista me señalaba, desesperado ante un atasco junto a Atocha -a causa de que el carril-bus tenía varios coches impunemente estacionados allí-, que el alcalde hacía siempre oídos sordos a la hora de atender la justa y obvia demanda de los taxistas para que tomara medidas firmes que terminaran con la impresentable indisciplina de aparcar en los carriles-bus.Pero yo le respondí que todo era una cuestión de saber venderle la idea al alcalde. Mi consejo es que los taxistas creen una cofradía de taxistas y que, con tal pretexto, impongan al alcalde cualquier tipo de medalla grande y reluciente, mientras le invitan a presidir una larga procesión de cofrades con mucho incensario; al final del ritual, una solicitud al alcalde para cantar un solo de villancicos ablandará definitivamente su corazón y el alcalde accederá a imponer medidas firmes para el carril-bus.-