"La Habana y Nueva York tienen la misma bulla"
Carlos Cano, fiel a sus hábitos, vuelve a actuar en diciembre en Granada para despedir una gira. El granadino ofrecerá hoy y mañana, después de recorrer España y visitar América, los dos últimos conciertos de La copla. Memoria sentimental.Pregunta. Hace más de diez años usted, a solas, emprendió la defensa de la copla. Hoy son muchos los que se han sumado a este género. ¿Qué ha ocurrido?
Respuesta. Eso significa que la copla es rentable y se acabó. Son proyectos económicos más que artísticos. Así que bienvenidos sean Es positivo que se recupere la memoria, sobre todo por los jóvenes. Yo no pretendo establecer un país de mirada hacia atrás sino recuperar una memoria significativa.
P. ¿La copla es un género de futuro más que de pasado?
R. Se puede y de hecho se hace copla en estos momentos. La copla debe ser la consecuencia de todas las cosas vividas, una especie de mestizaje. Las referencias andaluzas que tiene la copla, de armonía y lenguaje, están en más sitios que donde pensamos. Es bueno que los jóvenes autores tengan conciencia de ella para que sirva como punto de referencia y la usen como un elemento para hacer música y componer letras.
P. Tengo entendido que usted va reincidir en la copla en su próximo trabajo.
R. Yo ahora mismo estoy haciendo maquetas, pero lo que pretendo es hacer una especie de antología que vaya desde la II República a la Transición. En esa antología aún hay una serie de elementos que debo tocar. Es la aparición de mi mundo. Luego volveré a componer.
P. ¿Lleva mucho tiempo sin componer?
R. Casi cuatro años. Entre tanto he aprendido mucho con el Diván del Tamarit, de Lorca, y los arreglos de Leo Brouwer. Ha sido una parada interesante. Ahora me planteo cambios, me apetece mucho componer.
P. En los dos últimos meses ha actuado en dos ciudades en apariencia contradictorias, Nueva York y La Habana.
R. ¡Qué va! ¡Tienen la misma bulla! En este viaje a Nueva York he sentido lo hispano más cerca que nunca. Y lo he notado real, en el lenguaje de la calle, de los taxistas. En un año he notado un cambio enorme. Y he notado esa especie de ansiedad vital que tiene Nueva York, pero también La Habana, quizá por otras vías, por otros caminos. Son dos ciudades que atraen a la gente más por un asunto vital que estético. En ambas, de pronto, la vida te atrapa, y esa manera de vivir vertiginosamente es común a ambas. Son complementarias. En las dos la vida es como una borrachera, un vértigo.
P. ¿Cómo fueron los dos conciertos?
R. Muy íntimos. En La Habana estrené una canción que no he grabado aún, de un poeta, Gastón Vaquero, que salió huyendo de la isla y murió en Madrid. Escribió en un libro titulado El testamento del pez y en él hay un poema enorme, que se llama Yo te amo ciudad. Quizá lo cante en Granada. Me pareció curioso estrenar en La Habana una canción de un poeta disidente. En la presentación recuerdo que dije que yo amaba La Habana de Lezama, de Nicolás Guillén y de Gastón Vaquero, La Habana en que todo el mundo tenga cabida. Hubo un momento en que sentí la misma sensación que en la transición española.
P. ¿Cree en el futuro de Cuba?
R. Soy de los que creen que Cuba tendrá un futuro inmenso el día que tenga otras posibilidades. Los cubanos son ellos gracias a muchas cosas positivas de la revolución. No todo es malo, como el nivel de cultura, de curiosidad. La vivacidad de ese pueblo va a ser muy creativa cuando su sistema política se normalice.
P. Hace unos días usted compareció ante la comisión de Cultura del Senado. ¿Cómo le fue?
R. Yo pensé no ir. Era como salir a un escaparate. Un amigo me dijo: ve y que se arrepientan de haberte llamado. Pero por otro lado pensé que las leyes son necesarias para encauzar la cultura. Algunos creadores ignoran que normalizar la cultura no significa dirigirla ideológicamente sino organizar un teatro, saber quién programa o quién coordina. Y de eso fui a hablar. Mi experiencia de hombre de teatro, pensé, podía servir para algo.
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