La forma del Estado y el amor

"¿Por qué no vamos a un Estado federal? ¿Qué ventajas tendría un Estado confederal? ¿Por qué no basta el Estado de las autonomías? ¿Cuándo dejará Madrid de ser tan centralista? ¿Por qué no interesan estos temas a las mujeres? ¿No es un país una especie de enorme hogar con muchos hijos de todas clases pero todos con la necesidad de comer? ¿Qué pinta Europa? ¿Por qué nos interesamos por la globalización si no sabemos ni siquiera convencer a esos chiflados de ETA de que el mundo del futuro, si existe, será solamente mestizo?". Ante esta batería de preguntas que Conxa P. Puig, quiero decir Inma Páez, dejaba en mi ordenador esta semana me puse en guardia inmediatamente: no eran sus temas ni su tono habitual.¿Qué estaba pasando? La llamé y, tras pasar por el habitual itinerario de desvío múltiple de llamadas y músicas esotéricas, la encontré todavía en Madrid y le arranqué un montón de novedades que resumo: Conxa, o sea Inma, está empezando un romance frenético, pero no quiere decir nada. No le gusta hablar de sus novios: "Soy pudorosa, cuidadosa. Estoy desengañada, los tíos siempre se quedan conmigo. Soy blanda, ingenua y reincidente. Racionalmente he decidido que no me conviene el compromiso emocional: estar colgada de un tío me saca de mis acuciantes necesidades de concentración para seguir viviendo... ¿cómo tomarse en serio a uno mismo cuando estás enamorado? En ese estado uno no es más que una idiotizada burbuja de anuncio televisivo o una inútil iluminación de Navidad: esto es lo que soy ahora gracias a un vasco que me sorbe el seso, me lleva de restaurantes y me habla ¡sobre la forma del Estado! Figúrate si es grave".

Le arranqué a Conxa / Inma la verdad de la situación: se había quedado en Madrid por Gorka, así se llama el susodicho, a quien conoció la semana pasada en la pastilla formativa sobre Internet. El tal Gorka tiene un apellido imposible y es asesor de comunicación "de un monstruo del sector telecomunicaciones", según Conxa, a la que el vasco llama, claro, Inma. Ella no quiere dar más detalles: "Almudena McBeal me ha acogido en el piso que comparte con otra amiga y he cambiado de opinión: es una buena tía. He convencido a Cosme y Joan (mis jefes) de que mi trabajo actual requiere que esté en Madrid; la única contrapartida es que vuelvo a tener que servir cafés y que, para estar a tono ya que no puedo permitirme comprar una pashmina, he resucitado un par de minifaldas. Madrid es una ciudad maravillosa. No hago otros planes que los de hoy. He empezado a leer a Dahrendorf y a Huntington: ya sabía que las ideologías estaban muertas, pero no sabía que también lo estaban los Estados, aunque es lógico; las civilizaciones y los superholdings toman el relevo. ¿Qué hacemos, pues, con los Estados? Sólo veo una solución: que confirmen su condición de mercados... la vía económica es la que da el progreso, ¿no?, pues equiparemos los países a grandes mercados y así desaparecerán todas las tentaciones y conflictos identitarios... asepsia, mucha asepsia mercantil y bien descentralizada...".

La interrumpí, ¿eso es lo que te cuenta Gorka? "Es un hombre tierno y duro a la vez, con carácter y principios, viajado, leído, interesadísimo por la política y muy orgulloso de ser vasco. ¡Soltero!, no vayas a creer, tiene 31, como yo y nos ha dado fuerte, pero me resisto a pensar más allá de mañana, supongo que lo entiendes...". Nos despedimos con la promesa de que reanudaría su diario y que me enviaría noticias suyas desde donde estuviera. Inma tenía prisa, la pillé en plena depilación y repasando las ideas de Samuel Huntington, preparándose para salir a cenar con Gorka. "Te dejo, tengo que oír las noticias de las nueve para que él no me pille sin saber qué ha pasado hoy en el mundo", dijo. Lo que hace el amor. (Continuará)

Resumen de lo publicado: Conxa P. Puig, también llamada Inma Páez en Madrid, es una barcelonesa, de 31 años, que trabaja como creativa / ejecutiva en una compañía de publicidad que acaba de instalarse en Madrid. El seguimiento de su diario forma parte de una exhaustiva investigación sobre el fenómeno de las treintañeras españolas. MIRIAM BAUER