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Los expertos piden un órgano único de gestión para frenar el deterioro del Mediterráneo

Las costas valencianas se hallan bajo una amenaza permanente que llega de muchos frentes: contaminación industrial y agrícola, superpoblación en el litoral, desarrollo urbano incontrolado hasta fechas recientes, sobreexplotación pesquera... Problemas serios, a tenor de los expertos del Instituto de Ecología del Litoral, un organismo científico con sede en El Campello (L"Alacantí), que califican de "caos administrativo" la gestión de las costas valencianas. Ante esta situación, demandan un órgano único que integre las políticas medioambientales en el Mediterráneo.

"Un hecho que se suma a los problemas ambientales que sufren nuestras costas es el caos administrativo que caracteriza a la franja litoral", asevera en sus consideraciones finales Isabel Solano, miembro del Instituto, en una conferencia pronunciada en Benissa. Según este informe, el hecho de que existan cuatro administraciones con responsabilidades en la franja litoral (municipal, autonómica, nacional y europea), provoca una lucha de competencias que se traduce en "descoordinación y retrasos en la aplicación de la normativa existente y en la toma de decisiones".El Instituto critica el modo de actuar de las administraciones, que para legislar en materia de impactos ambientales sobre las costas mediterráneas necesitan de la constatación previa de que se ha producido un daño. "Los remedios y soluciones surgen a posteriori, en parte, debido al escaso conocimiento científico que se tiene sobre el funcionamiento de los ecosistemas costeros, generándose así un grave problema de planificación y previsión", denuncia Solano en su conferencia. En su opinión, es necesaria la creación de un "órgano integrador con una visión global", pues el Mediterráneo es un ecosistema en el que un problema local puede afectar a puntos geográficos lejanos. La Comunidad Valenciana comparte el Mediterráneo con países en vías de desarrollo que no pertenecen a la Unión Europea y, por tanto, no están obligados a acatar las normas comunitarias.

Todas las cuestiones planteadas por el Instituto proceden de un análisis de la situación del litoral valenciano que arroja perspectivas poco halagüeñas. Una actividad económica cuyo mal uso afecta a las costas es la pesca. Las principales enemigas de la vida en el Mediterráneo son la sobreexplotación y las artes ilegales, como la pesca de arrastre a profundidades inferiores a los 50 metros, que arrasa las praderas de posidonia oceánica.

No son menos peligrosos los negocios que se desarrollan lejos de las costas, pero cuyos desechos llegan al mar. Los residuos procedentes de las actividades agrícola e industrial contienen metales pesados e isótopos radiactivos. Sus consecuencias son preocupantes no sólo para el Mediterráneo, sino para el ser humano: son sustancias que se acumulan en algunos mariscos y en los túnidos, con lo que pueden ser finalmente ingeridos por los consumidores.

La sobreexplotación turística es uno de los principales focos de agresión

En el mundo moderno, el desarrollo urbano del litoral (un 66% de la población mundial vive en la costa, pese a que supone sólo el 1% de las tierras emergidas) y el turismo han perjudicado los ecosistemas naturales. La urbanización del litoral, incontrolada en España hasta la Ley de Costa de 1988, ha creado trastornos en cordones dunares y zonas húmedas. También el cambio a la sociedad del bienestar ha generado una necesidad de infraestructuras de ocio, como puertos deportivos y habilitación de zonas de baño mediante la construcción de diques y escolleras, que han alterado la dinámica litoral. "Las obras de dragado y regeneración de playas producen una grave alteración de los ecosistemas litorales", concluye el informe.En el Mediterráneo existe una población fija de 100 millones de personas. Esta cifra se duplica en el periodo estival, y es entonces cuando la gestión de los residuos se convierte en un verdadero problema. Pese a la creciente habilitación de sistemas de tratamiento y depuración por parte de los municipios costeros, la mayor parte de los mismos no están preparados para la superpoblación que llega con el verano. Esta circunstancia, unida a la creencia generalizada de que el mar es un gran vertedero con capacidad de autodepurarse, provoca una contaminación que amenaza a la salud pública y al equilibrio de los ecosistemas. Este aporte sobredimensionado de nutrientes puede dar al traste con algunas especies longevas.

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