Arcadias sevillanas
En la nueva Casa de la Provincia -que, por cierto, la Diputación edita muy buenos libros pero restaura sus edificios regular- hace unos días, una tarde que llovía a mares, José María Conget presentó brillantemente, como acostumbra, el último libro de la Serie Roja. Bien editado, como los anteriores, y con abundantes fotografías de Javier Andrada, es un libro de los de disfrutar despacito.Tras un atractivo título, Arcadias sevillanas, Daniel M. Serrallé conduce al lector, en un viaje ameno y lleno de anécdotas entrañables, a través de varios pueblos de la provincia de Sevilla de la mano de poetas que en ellos vivieron su infancia y adolescencia. Con gran entendimiento, el autor recoge poemas y memorias de casas, plazas, colegios, caminos, conventos, rincones, primeros amores, tortas y molletes, cigüeñas, graneros, almendros florecidos y mil detalles que va enlazando con la actualidad. Nos cuenta historias del lugar, nos transmite sentimientos de contento y de añoranza por lo que se conservó o se perdió, y, amablemente, sin amargura, nos introduce en el paraíso perdido de otros que es también el nuestro y el de todos.
La selección que la memoria hace del pasado es inescrutable ¿por qué de una persona recordamos la raya del calcetín y de otra la raya del pelo?, ¿por qué guardamos el olor de un pasillo y no su oscuridad o su apretura? A veces reconocemos un parecido, una voz, unas facciones idénticas a no sabemos quién. Pasados los años, no es fácil colocar cada ficha en su lugar, y quizá por eso Serrallé, por eso y porque es poeta, considera que la poesía es el mejor medio para un viaje por la memoria y la utiliza y salpica con ella toda su prosa. Él lo explica y lo justifica mucho mejor.
Claro que tampoco tiene porqué ser la infancia un jardín de rosas. Y si no que se lo pregunten a los niños de las Tres Mil Viviendas. Sabemos que las hay terribles, bastante malas y regulares, o, mejor dicho, irregulares: ahora bien, ahora mal. En el capítulo sobre Valencina de la Concepción, Fernando Ortiz termina un poema así: "Sé que hubo pesadillas, y ellas me han conformado./ Y el agua, y las caricias, y la azul claridad".
BEGOÑA MEDINA