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Inquietud por la salud de Juan Pablo II tras su viaje a India y Georgia

La última jornada de la visita de Juan Pablo II a Georgia estuvo dominada ayer por las especulaciones sobre su salud, debido al penoso aspecto -del que ha dejado constancia la televisión- que presentaba en todos los actos que presidió el lunes. El portavoz vaticano, Joaquín Navarro Valls, se vio obligado a desmentir un supuesto debilitamiento de las condiciones físicas del Papa, de por si bastante precarias a sus 79 años.

Karol Wojtyla apareció ayer en público algo recuperado y no menos enérgico de lo habitual en sus tres intervenciones. Ante los representantes del mundo de la cultura y de la ciencia denunció el "proceso de globalización que tiende a infravalorar la diversidad, y que se ha caracterizado por el nacimiento de nuevas formas de etnocentrismo y por un nacionalismo excesivo".El Papa sufrió el lunes, según el portavoz de la Santa Sede, las consecuencias del fuerte cambio de temperatura entre India (su primera etapa) y Georgia. "Pasamos de los 32º de Nueva Delhi a los 10º de Tbilisi", y ese brusco descenso provocó en el Pontífice un enfriamiento fuerte acompañado de temblores intensísimos que hicieron pensar en una recaída en la enfermedad de Parkinson que padece. De hecho, durante su visita a la catedral, el lunes, el Papa apareció vacilante, hasta el punto de que el patriarca, Ilia II, optó por llevarle cogido del brazo durante el corto tramo que recurrieron juntos. Ayer se supo que Wojtyla no celebrará hoy la tradicional audiencia de los miércoles en el Vaticano. Una noticia que no contribuyó a disipar las dudas de los periodistas por más que fuentes próximas a la Santa Sede aseguraran que había sido tomada antes del viaje. Juan Pablo, tras regresar anoche a Roma, dedicará el día a descansar.

Lo cierto es que Wojtyla celebró con toda normalidad, en el Palacio de Deportes de Tbilisi, la misa dedicada a los católicos de Georgia, una minoría de poco más de 50.000 personas, a la que acudieron cerca de 10.000 fieles. Entre los asistentes había numerosos ortodoxos y el presidente de la República, Edvard Shevardnadze, que ha colmado de atenciones al Pontífice. No hubo representantes del clero ortodoxo, pero no estaba previsto que acudieran. El Papa elogió a los georgianos en su homilía "por haber estado siempre en la vanguardia" de la Europa cristiana, y les animó a superar las contradicciones a las que se enfrenta este país, "fuertemente fragmentado" y "afligido por la pobreza".

La única referencia tangencial a la fecha de ayer, décimo aniversario de la caída del muro de Berlín, fue la mención "al largo periodo de dominación atea, un periodo en el que todos los creyentes han pagado un alto precio", dijo Wojtyla, que ya había recordado el acontecimiento el día anterior.

A la vista del estado físico del Papa, que cumplirá en mayo 80 años, resulta difícil entender el sentido de un viaje que presentaba desde el principio enormes dificultades. Se sabe que el Pontífice no quería renunciar de modo alguno a entregar el documento final del Sínodo de obispos de Asia en alguno de los grandes países de ese continente.

La imposibilidad de trasladarse a China le decidió a escoger India, y, al mismo tiempo, no ha querido desaprovechar la oportunidad de venir a Georgia, en un intento de estrechar lazos con la iglesia ortodoxa nacional, dominada por un Sínodo enormemente conservador, dando un simbólico paso hacia Moscú.

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Todo apunta a que ha sido la insistencia del presidente georgiano, Edvard Shevardnadze, que necesita desesperadamente la ayuda de Occidente, la que ha permitido que este viaje se realizara. Shevardnadze, de 71 años, y con una larga biografía al servicio de la Unión Soviética, de la que fue ministro de Exterioresdurante la peretroika, ha sido elogiado por el Papa por su "papel sustancial" en la caída del Muro, y es visto con simpatía en el Vaticano. Por otro lado, la situación económica de Georgia -que no ha dejado de empeorar desde el colapso de la Unión Soviética-, es desesperada, aunque no se trata de una excepción en el contexto de las exrepúblicas soviéticas.

El Papa tenía previsto regresar anoche a Roma después de visitar la iglesia de San Pedro y San Pablo, la única que permaneció abierta en Tbilisi durante los años en que fue capital de la Georgia soviética.

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