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Reportaje:

La memoria de las mujeres

María Fabra

"A las nueve, el paseo estaba a tope y a la primera campanada de las diez, que era el máximo permitido por los padres de aquellos años, unas y otros comenzaban a marcharse a sus casas, de tal manera que con la última campanada, la calle se quedaba desierta como por encanto; antes de tocar las diez repetidas, todas las chicas ya estaban en sus casas". Éste es uno de los múltiples testimonios que, en torno a nueve temas distintos, han quedado plasmados en el libro Las mujeres recuerdan, un compendio de la memoria de sus vivencias en ocho municipios de Castellón en este siglo. Amor, agua, calle, casa, escuela, fiestas, mercado, trabajo y varios fueron los ejes escogidos por las coordinadoras del trabajo, Pilar de Bustos y Lorena Pardo, para recoger el punto de vista de 65 mujeres y un hombre, de las más variadas clases sociales, culturales y políticas y entre las que se encuentran desde la popularmente llamada maruja hasta la más ardiente feminista. El paseo o la volteta, cuenta el libro, era la forma cotidiana de encuentro entre hombres y mujeres. Sin embargo, en municipios como Vilafamés las citas tenían otros escenarios. "En el teatro, en el cine Serrano del pueblo, la costumbre era que los chicos entraran cuando la luz estaba apagada, al comenzar el Nodo. Se sentaban al lado de la chica a la que rondaban y, si todo iba bien, salían ya juntos y el noviazgo adquiría oficialidad", relata una de las coautoras del texto. "Los chicos del pueblo nos tenían clasificadas a las chicas en: guapísimas, guapas, regulares, feas y de Acción Católica", recuerda una mujer de Vila-real. La idea de publicar este volumen surgió de un taller del Proyecto Now (Nuevas oportunidades para las mujeres) de la Universidad Jaume I de Castellón, que albergó ayer la presentación de la obra. Concretamente, en el curso denominado Arquitectura, Urbanismo y Medio Ambiente, en el que participan grupos de mujeres procedentes de distintos colectivos de Castellón, Vila-real, Torreblanca, Benicàssim, Vilafamés, L"Alcora, Almenara y Burriana. En él se gestó la idea de llevar a cabo una investigación alternativa a través de la comunicación oral que relatara costumbres y tradiciones de los lugares de origen de las alumnas, contara con gente a la que se otorgó la posibilidad de que su voz fuera oída y que sólo ahora, una vez publicado, han descubierto la importancia de su conocimiento y el peligro de que éste no sea transmitido. En cualquier caso, la portada del volumen es definitoria de lo que fue la vida en pueblos y ciudades durante demasiados años. Una imagen, tomada en 1932 en Torreblanca, enseña a un grupo de mujeres en la calle bordando y cosiendo, mientras al fondo, los hombres aparecen sentados frente a las mesas de la taberna. "A pesar del trabajo de la colada, el lavadero era un punto de reunión y diversión para las mujeres. Normalmente, las amigas solían ir los mismos días para coincidir y hablar de sus cosas", relata una vecina de Almenara. Tal como indica el libro el viaje al lavadero o la fuente servían también de coartada para justificar la presencia femenina en la calle. "Las jóvenes íbamos a la fuente a buscar agua para nuestras casas. En verano estaba muy fresquita y era frecuente encontrarse con el chico que te gustaba y, tardabas tanto en llegar a casa, que a mitad de camino el agua ya se había calentado, teniendo que tirarla y volver a por más", asegura una mujer de Vilafamés. La transformación de las calles, de grandes vías bordeadas de árboles a extensiones de asfalto, el en la mayoría de los casos efímero paso por la escuela, la compra diaria limitada al mercado o la venta en casas particulares y el trabajo en el campo previo al cobro de un jornal siempre inferior al de los hombres, son otras de las imágenes que transmite el libro. Por último, el volumen recoge, en un capítulo, varios apartados de mujeres que, en opinión de otras, deberían haber sido más consideradas por su valía, su vida o su sacrificio diario.

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