La destrucción causada por el terremoto amenaza con hundir a Turquía en la recesión
Los expertos calculan que el seísmo ha sepultado en las ruinas un 10% del PIB del país
El noroeste de Turquía, el próspero arco bañado por el mar de Mármara, donde se concentran un tercio de la población y de la industria del país, es hoy un escenario de luto y ruina. El terremoto que devastó el pasado día 17 esa región, un territorio tan grande como Sicilia, ha dejado un macabro rastro de más de 13.000 muertos y 35.000 desaparecidos, pero también ha quebrado la espina dorsal de la economía turca. "El daño causado puede superar al de cualquier otra catástrofe en nuestra historia", ha reconocido el portavoz del Gobierno de Ankara, Sukru Sina Gürel.
Los expertos turcos e internacionales predicen que la destrucción causada por el seísmo -viviendas, industrias, infra-estructuras- puede alcanzar los 20.000 millones de dólares (3,2 billones de pesetas), el equivalente a un 10% del producto interior bruto (PIB), y amenaza con hundir en la recesión a una nación emergente que pugna por acercarse a la Unión Europea.El seísmo golpeó al núcleo duro de la industria turca precisamente cuando el Gobierno de Ankara surgido de las elecciones del pasado abril se disponía a atacar al monstruo de la inflación, cuyas tasas anuales del 80% al 100% devoran el firme crecimiento de la economía. Las reformas estructurales anunciadas para reducir el déficit público (7% del PIB) tendrán que ser aparcadas para poder financiar la reconstrucción de las zonas devastadas. En el sector privado ya se han levantado voces desde la patronal turca (Tusiad) que reclaman la reinstauración de la semana laboral de seis días para intentar superar la caída en la producción causada por el seísmo, mientras los grandes hóldings, como Koç o Sabanci, evalúan a marchas forzadas las pérdidas en sus grupos.Pero la prioridad presupuestaria del Gobierno de Ankara es facilitar alojamiento a las más de 200.000 personas que han perdido sus hogares en una catástrofe que causó daños en 75.000 edificios y arrasó más de 5.000.
Corrupción
El editorialista del diario Turkish Daily News, Ilnur Çevik, denunciaba esta semana la corrupción en el sector inmobiliario. "Turquía debe enfrentarse al hecho de que, bajo el actual sistema de corrupción, no se puede dar ni un sólo paso para poner orden en nuestra casa. Necesitamos reformas democráticas para que ni los constructores ni los funcionarios que concedieron las licencias de edificación puedan ser salvados de la cárcel por alguien situado en la cúpula del aparato del Estado". Los tres partidos de la coalición gubernamental - socialdemócratas, conservadores y ultraderechistas - se han comprometido a construir nuevas ciudades, en asentamientos alejados de las zonas con riesgo sísmico, con un total de 50.000 viviendas en la región de Izmit y de la costa oriental del mar de Mármara. Además de imponer un seguro obligatorio de edificación, el Ejecutivo ha decretado que durante cinco meses las licencias de obra sean otorgadas por el Ministerio de Obras Públicas, y no por las autoridades locales de las provincias afectadas por el terremoto.Además, el Gobierno de Ankara pretende imponer un tributo especial para financiar la reconstrucción de las áreas más dañadas. El impuesto del terremoto gravará el uso de teléfonos portátiles y la compra de combustibles, viviendas y automóviles, con el objetivo de recaudar unos 1.200 millones de dólares (unos 200.000 millones de pesetas). Paralelamente, el Fondo Monetario Internacional (FMI) va a negociar la concesión a Ankara de un crédito urgente de 330 millones de dólares (52.000 millones de pesetas), al que el Banco Mundial podría sumar otros 100 millones de dólares.
Mientras la política de ajuste del Gobierno turco se ve cuestionada por la necesidad de financiar la reconstrucción de carreteras, puentes, líneas eléctricas, precisamente en una región de la que proceden cerca de la mitad de los ingresos fiscales del Estado, el terremoto ha paralizado la economía. La Bolsa de Estambul suspendió sus operaciones durante una semana por problemas en las telecomunicaciones.
Sectores como el automovilístico, el petroquímico o el de maquinaria se han visto gravemente afectados, y las grietas se han asomado a las paredes de miles de viviendas y oficinas, incluido el consulado general de España en Estambul. "Este terremoto ha supuesto una declaración de quiebra del sistema político y administrativo", admitía el ministro de Turismo, Ercan Mumcu.
Por ora parte, el Parlamento aprobó el viernes una ley de amnistía que excluye a los kurdos de Abdulá Ocalan, los crímenes contra el Estado, robo, violación y corrupción.
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