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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Vuelve la capucha

Desde hace dos semanas, ha vuelto a Euskadi esa forma de terrorismo enmascarado que ha dado en llamarse kale borroka. Su palmarés de estos días ya incluye, junto a actos de transparente significación fascista -de coacción a miembros de los demás partidos-, otros tan surrealistas como el de atentar contra el puente colgante, o tan criminales como lanzar 50 artefactos incendiarios contra unas viviendas en las que habitan 70 familias de guardias civiles. Que la gente se vaya de vacaciones sin el temor a ser víctima de un atentado de ETA, o a escuchar por la radio que alguien lo ha sido, significa un cambio considerable para la mayoría de los ciudadanos. A mejor, sin duda, como repite Arzalluz. Pero que estemos mejor no significa que haya que cerrar los ojos ante estas renovadas agresiones. Por supuesto que es difícil que quienes están acostumbrados a agredir con impunidad renuncien a hacerlo; por descontado que el proceso de reeducación de esas levas de encapuchados será largo. Razón de más para empezarlo desde ahora, en lugar de tranquilizarles con falaces equidistancias: no a los de la gasolina, pero no también a la "provocación" del PP y el PSOE con su "inmovilismo". ¿Cómo piensa Arzalluz que van a interpretar los encapuchados ese mensaje que les lanzó el sábado pasado? Si los jefes de EH-HB están en contra de la kale borroka, que lo digan. Es lo mínimo que cabría exigirles si quieren ser considerados como una fuerza política normal, y no como el brazo armado de una organización terrorista en activo. Pero ya se ha visto que prefieren el ridículo de una rectificación como la de Vitoria a que pueda sospecharse que han dejado de considerar legítimo el recurso a la violencia. Durante años, la legitimación de ETA ha sido la principal función de HB. Es evidente que ahora sus principales dirigentes quieren hacer política, y habría que ayudarles. Pero eso será imposible si se les lanzan mensajes que sus encapuchados no pueden dejar de interpretar como de invitación a seguir en la brecha. Especialmente cuando ETA se resiste a dejar el escenario, como prueba la nueva oleada de cartas de extorsión detectada estos días, o se deduce del arma que portaba el activista cuya detención cerca de Tarbes se conoció ayer. Cuando se produjo la anterior campaña de extorsión, algunos dirigentes nacionalistas expresaron su sospecha de que se tratase de una maniobra policial para desprestigiar a ETA. Ahora nadie se atreve a repetirlo porque saben que si las cartas fueran falsas nada le costaría a ETA decirlo. En 1995, las disensiones existentes entre el IRA y su brazo político sobre la tregua iniciada el año anterior se resolvieron mediante el compromiso de lo que se llamó "estrategia no armada", equivalente a nuestra kale borroka. El mimetismo irlandés de ETA-HB-EH, ¿incluirá algún apaño similar? El proceso de paz "va a ser largo y con altibajos", dijo el domingo el lehendakari Ibarretxe. Seguro que sí, pero debería quedar claro desde ahora que hacer política es incompatible con la coacción y la extorsión. Y con intentar quemar -como por broma, aprovechando las fiestas patronales- a familias enteras. El lehendakari, que antes y después de las elecciones se comprometió solemnemente a no pactar con quienes no condenasen la violencia, debió haberlo dejado claro antes de repetir el domingo lo que el sábado había dicho el presidente de su partido.

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