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CAOS POR EL INCENDIO EN UNA SUBESTACIÓN ELÉCTRICA

El fuego en la subestación eléctrica causa graves trastornos a 500.000 personas

Las 39 empresas de autobuses atendieron a sus clientes a lo largo de la calle de Méndez Álvaro

F. Javier Barroso

El incendio desatado a la una de la madrugada del pasado sábado en una galería subterránea que contenía cables eléctricos de alta tensión y que discurría entre la M-30 y la subestación de Unión Fenosa en el Cerro de la Plata (junto a Méndez Álvaro) originó graves trastornos a cerca de 500.000 personas (entre residentes, usuarios del transporte público y de un hipermercado próximo) durante todo el día de ayer. El corredor subterráneo, de 500 metros de longitud, servía para distribuir cables de 15, 45 y 220 kilovatios, con un grosor de entre 6 y 15 centímetros, para el suministro a barrios muy poblados de cuatro distritos. Al menos 90.000 clientes de la compañía eléctrica, residentes en Pacífico, Méndez Álvaro, Puente de Vallecas, Entrevías, Villaverde, parque Tierno Galván y una zona del barrio de Salamanca, sufrieron un apagón de madrugada que en algunos casos (al menos 15.000 abonados afectados) se prolongó hasta entrada la tarde, durante más de 17 horas. Unión Fenosa se vio obligada a utilizar subestaciones próximas (Goya, Manuel Becerra, puente de la Princesa) para ir devolviendo la luz a las zonas apagadas de la ciudad por culpa del incendio. Cerca de 350.000 personas (90.000 clientes/familias) sufrieron los efectos del apagón en sus domicilios. Los bomberos, más de 50, intentaron sofocar el fuego con espuma y dirigir la densa humareda (de madrugada, muy negra; al mediodía, amarillenta y clara) con grandes ventiladores. Diez bomberos sufrieron intoxicaciones por humo; tres fueron ingresados en el hospital Clínico. Todos acabaron agotados. A las cinco de la madrugada, los bomberos creyeron que tenían controlado el fuego y el humo. Una hora después, el incendio se hizo fuerte y las mangueras volvieron a lanzar la espuma para resolver el problema. A las dos de la tarde, la columna de humo dominaba Méndez Álvaro. Los servicios públicos de transporte próximos a la bocana principal por la que salía el humo se vieron obligados a cerrar, lo que aumentó el desconcierto en la zona y complicó la vida a miles de personas. Primero, de madrugada, la Estación Sur de Autobuses, en la que tenían cita ayer cerca de 100.000 viajeros que iniciaban sus vacaciones, cerró sus puertas. Los veraneantes del último día de julio tuvieron que tomar su autobús en algún punto de las calles de Méndez Álvaro o del Comercio, en dirección a la glorieta de Atocha. PASA A LA PÁGINA 3

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VIENE DE LA PÁGINA 1 En las aceras de Méndez Álvaro, una calle larguísima que va desde la M-30 hasta la glorieta de Atocha, se apilaron durante toda la mañana decenas de mochilas y maletas a la espera de iniciar viaje en los autobuses de alguna de las 39 empresas que prestan servicio en la Estación Sur. Muchos viajeros, pacientes, se tumbaron en el suelo y apoyaron su espalda en las paredes de los edificios. Otros buscaban desesperadamente su autobús entre otros cien vehículos. Sólo cien metros más abajo de la estación de autobuses, el subsuelo no cesaba de escupir humo tóxico. La gente se tapaba la boca con las mascarillas que repartían los servicios de Protección Civil. Las estaciones de la red ferroviaria de cercanías y del metro de Méndez Álvaro cerraron también por la humareda. Los trenes circularon sin detenerse a recoger a los viajeros. No había. El hipermercado de Méndez Álvaro (Hipercor) no pudo levantar sus cierres hasta media tarde en uno de los días de mayor afluencia de público, según explicó ayer el director del centro comercial. Los empleados entraron a trabajar pero les faltaron los compradores. Los 40 policías municipales que se desplazaron a Méndez Álvaro para tratar de ordenar el caos de tráfico que se produjo (los semáforos dejaron de funcionar a la una de la madrugada del sábado) se protegieron con mascarillas. A las 16.25, la columna de humo que salía junto a la estación de ferrocarril de Méndez Álvaro era mucho más débil. Los bomberos, que seguían echando espuma a esas horas, confiaban en que podrían controlar definitivamente el incendio en un plazo de dos horas. Unos ventiladores industriales les permitieron dirigir la humareda hacia donde más convenía en cada momento. A las 17.10 seguían refrescando con espuma la galería subterránea y apagaban los últimos rescoldos. Hipercor empezó a levantar sus cierres. El Samur, que había montado un hospital de campaña en la zona, lo recogió. Los técnicos de Unión Fenosa cobraron entonces protagonismo para reparar la subestación -que sufrió daños importantes- y restablecer el servicio en los hogares de unos 15.000 clientes. A las seis de la tarde, tras 17 horas de apagón, se hizo la luz.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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