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Tribuna:Verano 99
Tribuna
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Marbella, SL

ANA L. ESCUDEROSi Marbella figurase en el registro, además de los accionistas conocidos por todos, figuraría su apellido mercantil: Sociedad Sin Límites (SL), porque la desmesura y el surrealismo son las características de esta ciudad. No es sólo por el vestido de lazos rojos que Gunilla escogió para darse un homenaje a 19.000 pesetas el cubierto en la Gala contra el sida, sino que así lo afirma Juan Carlos Reina que, con medio siglo de profesión, es uno de los periodistas más veteranos de la localidad. "Siempre ha sido un lugar atípico", dice. Y él ha sido testigo. Reina, tras haber dado a conocer las historias secretas de la ciudad, ha recogido el futuro de la localidad en un nuevo libro: Marbella 20 años después. Relata, por ejemplo, que en las primeras legislativas, cuando apareció por aquí Blas Piñar -con un séquito tan variopinto como el del Rey Fahd- a una leona que vivía en una terraza le dio por escapar y saltó sobre un coche propiedad de un afiliado a Fuerza Nueva. El damnificado vio intenciones ocultas en el suceso y gritó: "Han sido los comunistas. Estos hijos de puta me la van a pagar". Reina asegura que el negocio de la SL está a punto de convertirse en Sociedad Anónima (SA), porque cada vez son menos los famosos que pasan por aquí. "Los que viene son unos pelados", comenta, a pesar de Banderas y de Ana Obregón. Nada que ver con cuando se paseaban por estas tierras gente como el banquero Ignacio Coca, la Duquesa de Alba o Gina Lollobrígida. "Son ellos los que dieron fama mundial a esta Marbella que pretenden descubrir los que llegaron mucho después". Y tras ellos se esconde, según Reina, una clase media que desaparece poco a poco porque "el aparente desarrollo de la ciudad no revierte en la economía local". El que Marbella, SL, no deje tantos beneficios a sus habitantes como aparenta quizás tenga que ver con algo que los economistas conocen: Un rango inferior al de SL: el de Sociedad Decadente (SD). El obispo de Málaga en 1985, Ramón Buxarraix Ventura, visionó con un punto apocalíptico el peligro marbellí: "Se tiene la impresión de encontrarse ante un espectáculo dantesco, donde las carcajadas de los ricos parecen ahogar los gritos de los pobres". Donde Reina ve gente de relumbrón, él visionaba "labios hartos de los mejores vinos espumosos", cuyos propietarios, "para más inri dicen creer en Jesucristo o seguir al profeta Mahoma".

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