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Tribuna
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Ricos y desiguales

Jesús Mota

José María Aznar y Joaquín Almunia ofrecieron ayer un modelo muy vivo, bien que a escala reducida y desvertebrado por el sistema de réplicas y contrarréplicas, de lo que debería ser el debate sobre el estado de la economía y de la desigualdad en sus variadas manifestaciones (económica, fiscal). En el transcurso de ese intenso cruce de estocadas, se deslizaron algunos errores de bulto y apreciaciones confusas o controvertidas que merecen aclaración. El presidente del Gobierno insistió en la exhibición de los datos asociados al crecimiento de la economía española (empleo, por ejemplo) y los ajustes en el déficit público y de la Seguridad Social. El portavoz del PSOE puso más énfasis en la desigualdad social que, en su opinión, se está ahondando por la aplicación de las políticas del PP. Aznar y Almunia representaron los papeles del crecimiento y de la redistribución de la renta. En su afán por demostrar la benéfica influencia de su gestión sobre los trabajadores, Aznar aseguró, en su réplica a la primera intervención de Almunia, que desde 1995 la participación de las rentas salariales en el PIB había aumentado en cinco décimas de PIB, del 59,6% al 60,1%, generando "400.000 millones más por año". Si esa cifra fuera correcta, es decir, que aproximadamente una décima de PIB equivaliera a 400.000 millones, resultaría que el Producto Interior Bruto Español sería de ¡400 billones¡ Demasiado. Por otra parte, la apreciación de Almunia de que la participación de la renta en el PIB es un indicador superado es correcta. En los años 70 era un método útil, pero hoy existen métodos más afinados para medir la desigualdad social, como la Encuesta de Presupuestos Familiares, sin ir más lejos. La desigualdad funcional no es fiable.

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Tampoco estuvo afortunado el presidente en un punto específico de su defensa de la reforma fiscal. Almunia había explicado, para medir el impacto discriminatorio de la reforma del IRPF -"de derechas, regresiva", precisó el secretario general del PSOE- y de las medidas fiscales del Gobierno, que las rentenciones sobre el IRPF habían descendido un 1% mientras las retenciones sobre las rentas del capital habían bajado el 30%. Aznar, en el turno de dúplica, argumentó que las retenciones salariales no disminuían más porque aumentaba el número de asalariados y se asombró de una supuesta inadvertencia de Almunia: "¿Cómo no van a bajar las retenciones sobre el capital si han bajado los tipos de interés?", concluyó. La afirmación de Aznar sobre el crecimiento de los asalariados puede darse como cierta; pero es probablemente falsa en lo que se refiere a las rentas de capital. Las retenciones sobre el capital varían en función de las oscilaciones del ahorro o de las plusvalías. Es un hecho que el Gobierno del PP ha desfiscalizado las rentas del capital, que antes tributaban al marginal de la renta y después de 1996 lo hacen al 20%.

Respecto al debate sobre quién consiguió más de la UE -Felipe González al negociar las perspectivas financieras de 1994-1999, o Aznar, las del 2000 al 2006-, resulta una cuestión de perspectiva. Efectivamente, Aznar ha sacado más que su predecesor en términos globales. Pero lo negociado por González, la creación del Fondo de Cohesión y el espectacular aumento de los Fondos Estructurales, se aplicó paulatinamente, alcanzando su punto máximo en 1998 y 1999. Con lo que el resultado es que, con lo logrado por Aznar, en el 2000 y los años siguientes España obtendrá, en estos conceptos, menos que en 1999. Si se tratara de una negociación salarial a nadie se le ocurriría presentar como victoria el ganar menos que el año anterior, aunque en el conjunto de los siete años siguientes ingrese más que en el septenio anterior. Sobre todo sabiendo todos que esta bicoca, con el ingreso de países menos ricos que España, se va a agotar.

La Seguridad Social fue motivo de un diálogo de sordos. Aznar afirmó que el déficit de la Seguridad Social se ha reducido; Almunia recordó que la deuda de la Seguridad Social está aumentando. En la dúplica, el presidente insistió en que el déficit baja y el número de cotizantes aumenta. La persistencia de Aznar en el déficit es reveladora del modus operandi económico del equipo de Rodrigo Rato: tiende a reducir el déficit transformándolo en deuda. El Gobierno suele hacerse el sordo cuando se descubre tal alquimia.

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