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Los médicos se equivocan más con la mujer

El Insalud ha pagado en cuatro años 256 millones por errores en ginecología y obstetricia

De todos los procedimientos quirúrgicos son las intervenciones sobre el útero, las trompas de falopio y las cesáreas las que mayor número de demandas generan. Los tumores de mama y la patología durante el embarazo constituyen también una fuente importante de reclamaciones por errores o retrasos diagnósticos. Son algunos de los datos destacados en el informe elaborado por la Subdirección General de Inspección Sanitaria del Insalud (el 37% de la sanidad pública) sobre 760 reclamaciones de las más de 1.000 que ha registrado este organismo desde 1995. Un avance de este trabajo fue publicado en EL PAÍS del 27 de septiembre de 1998. En cuanto a diagnóstico y tratamiento, las reclamaciones de los pacientes en traumatología se colocan apenas unas décimas por encima de la medicina de la mujer, pero es en esta última área donde más se reconocen errores en la asistencia sanitaria y por tanto se indemnizan. De los casi mil millones de pesetas pagados desde 1995 por el Insalud, bien por acuerdo con los afectados o por sentencia judicial, 256 corresponden a ginecología y obstetricia, con una media de 11 millones por demanda y un máximo de 38,4 millones.

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Este fenómeno se adjudica simplemente a la frecuencia del uso de estas especialidades, según explica Ángel Guirao, subdirector de Inspección Sanitaria. Y no es exclusivo de la sanidad española. En la mayoría de los países desarrollados, el importante número de reclamaciones por errores en ginecología y obstetricia hace que estos profesionales deban pagar bastante más que sus colegas por sus seguros privados. En Madrid, por ejemplo, los seguros de obstetras y cirujanos plásticos son los caros. Para unos 100 millones anuales de cobertura, el obstetra debe pagar unas 224.000 pesetas al año, frente a las 53.900 que le cuesta a otros especialistas, confirma la aseguradora profesional Uniteco.

En esta apreciación coinciden la mayoría de los ginecólogos, pero no todos los médicos y más si son mujeres. Rosa Rico, médica del servicio de evaluación de tecnologías sanitarias del Servicio Vasco de Salud, cree que "muchos ginecólogos no son capaces de reconocer que una práctica habitual ya no es apropiada. Por ejemplo, la histerectomía (extracción del útero). Ya hay muchos estudios que demuestran que no es efectiva tal y como se está haciendo, y se sigue practicando".

Toda intervención médica tiene un riesgo, innecesario si a su vez el tratamiento no es indispensable. La cuestión es cuán a menudo se somete a la mujer a cirugía sólo en función de su edad. "Esto ocurre. Hace un mes le han dicho a una amiga mía: "tienes un mioma y es mejor que te quitemos los ovarios porque, con 47 años, ya para qué los quieres"", cuenta Rosa Rico.

La experiencia que solía recordar con desazón un afamado ginecólogo ilustra cómo se han dado por supuestas muchas cosas en la sexualidad femenina. Al intervenir a una mujer de 70 años largos practicó una cirugía vaginal más amplia de la que requería su patología pensando en que no interferiría en su vida normal dada su edad. "Doctor, me ha estropeado la vida, porque yo tenía una vida sexual muy activa", le hizo saber ella después.

La cirugía radical de mama, en procesos cancerígenos, está dejando paso a otra más conservadora, siempre de acuerdo con la decisión de la paciente. Pero no es siempre el consentimiento un requisito que cumple el médico. Una de las indemnizaciones pagadas por el Insalud se refiere a una mujer a la que se le ligaron las trompas sin su conocimiento. Javier Salmeán, jefe de ginecología del hospital Severo Ochoa de Leganés (Madrid) fue en su día consultado sobre este caso. "El médico optó por la ligadura tras un parto donde se había producido una rotura del útero y tras considerar que era muy peligroso para la vida de la mujer la posibilidad de quedarse embarazada de nuevo". Al margen del diagnóstico médico, lo cierto es que la paciente no fue consultada previamente, y eso, conviene Salmeán "no es lo apropiado".

El ginecólogo admite que hasta hace poco "se han minimizado los riesgos en el trato con la mujer", y cita el volumen de histerectomías que se ha venido realizando como ejemplo de una "cultura en la que el útero se podía quitar porque se pensaba que no servía para nada". No obstante, hace constar que esta especialidad comporta un importante número de actos médicos en cualquier sociedad, con unos márgenes de complicaciones conocidos científicamente. "El útero se perfora en el 1% de los legrados que se realizan, y también se registran complicaciones entre una y tres de cada 1.000 ligaduras de trompas", explica. Por ello, en una gran mayoría de complicaciones, Salmeán prefiere hablar de "consecuencias no deseadas de una intervención", que propiamente de "errores médicos". Y como tales, es firmemente partidario de que se pague a la mujer afectada una indemnización.

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