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"Europa no puede ser un pugilato por dinero"

, Es la parte socialista de Izquierda Unida (IU). Lo dice con orgullo. Militó en el PSOE. Trabajó al lado de Enrique Tierno Galván en el Ayuntamiento de Madrid. Pero, expulsado de esa formación, creó el Partido de Acción Socialista (Pasoc), fundador del proyecto de IU. Veterano en Estrasburgo, Alonso Puerta se ha tomado la campaña con humor -"¡qué remedio!"- y lo mismo acude con Julio Anguita a un acto multitudinario que comparte con cuatro paisanos lo que califica con sorna de "mitin hogareño". En su criterio, Europa es mucho más que un saco del que cada uno intenta sacar lo más posible aunque sea a costa del otro.Pregunta. ¿Le interesan a alguien las elecciones europeas?

Respuesta. Claro que sí. Cada vez más. Pero, al coincidir con las municipales y las autonómicas, se convierten en un acompañamiento. Los dos partidos mayoritarios han planteado esta campaña como la primera vuelta de las generales. Están echándose un pulso. De forma mediática. Esto ha quitado fuerza a las europeas y sus contenidos, Es casi imposible, muy difícil, discutir lo que se va a ventilar en el Parlamento Europeo.

Lugar y fecha de nacimiento Avilés (Asturias)

24 de marzo de 1944Profesión Ingeniero de caminos Cargo Presidente del Grupo de la Izquierda Unitaria Europea en el Parlamento Europeo Años en el cargo 5 Partido político IU

P. ¿Qué habría que tratar?

R. Entre otras cosas, nadie hace mención a que hay una comisión dimitida, en funciones, y un nuevo presidente, Romano Prodi, que va a venir a Estrasburgo a presentar un programa y un equipo. Y no se hace mención a cuáles son los desafíos de la UE y su Parlamento. Por no hablar de la guerra. Todo esto forma un debate. Me consta que en otros países se está debatiendo. En España, no. Porque en España, cuando se habla de temas europeos, se habla de escándalos, de corrupciones. Pero ello no debería impedir discutir los grandes problemas. P. ¿Qué opina de Loyola de Palacio (PP) y Rosa Díez (PSOE)?

R. Son dos importantes candidatas. Pero están representando un papel como si lo fueran a la presidencia del Gobierno europeo cuando, simplemente, lo son a su Cámara y con un equipo. Lo trascendente es cuántos van a salir de él y la influencia de cada delegación española en nuestros respectivos grupos parlamentarios, que son supranacionales. Una de las principales tareas es la de armonizarse con los de los otros países. Y, dentro de su ideología, llevar la sensibilidad de cada país. Pero la imagen que se está dando no es ésa.

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P. ¿Por qué habría que votarle a usted?

R. La diferencia es que nosotros somos europeístas críticos. Somos muy europeístas, pero vemos la realidad y hacemos un balance de lo positivo y lo negativo, entre las esperanzas que suscita la construcción europea y los riesgos que se pueden correr. Y ya tenemos hecho el del pasado. Apostamos totalmente por la UE. No hay otro proyecto. Pero es algo agotado. Hemos conseguido la unión económica y monetaria, pero hay un déficit de unión política. Y, en lógica democrática, no se puede tener una unión económica, con una moneda única, y que no haya unas instituciones políticas con las competencias suficientes.

P. ¿Qué falta?

R. La unión política no puede tener el mismo funcionamiento que la democracia en un solo país porque es la agregación de varios. Pero el Parlamento es ya adulto y debe tener todas las competencias. Tiene que haber una Constitución en la que se especifiquen los derechos y los deberes de los ciudadanos y las competencias europeas, estatales y regionales.

P. ¿Cómo sería?

R. Debe ser un texto simple, una declaración de principios políticos sobre Europa y de derechos fundamentales que no existe aún. Se ha intentado hacer. Yo mismo trabajé en un borrador cuyo primer ponente fue Marcelino Oreja. Mi sorpresa fue que en la última sesión de Estrasburgo de 1994 se retiró y se sustituyó por una declaración en la que se adquiría el compromiso de hacerla en esta legislatura que ha terminado. Lo importante es que sea la Constitución de los ciudadanos, no de los Estados.

P. ¿Se llegará a que un español, un francés o un portugués se sientan tan amparados por esa Constitución como en sus países?

R. Hay que llegar a que todos, aun con sus hechos diferenciales, se sientan miembros de la misma sociedad. Y eso debe tener una plasmación institucional.

P. ¿Cree que en la sociedad española existe la conciencia de ser europeos?

R. Existe, pero hay que cristalizarla. ¿Qué falta? La opinión pública y las instituciones.

P. Se dice que plantean una Europa utópica.

R. Nuestra pretensión de que haya una Constitución no es perfeccionismo europeísta. Los problemas están ya en tiempo real.

P. Usted insiste en la necesidad de aumentar el presupuesto.

R. Es que es muy importante. El Consejo Europeo de Jefes de Gobierno nos ha puesto el techo, que en la práctica no vamos a alcanzar, del 1,27% del PIB comunitario. Eso significa que vamos a dedicarle 127 de 10.000 unidades de riqueza. El Parlamento, como programa mínimo, planteó en esta legislatura que había que pasar al 1,31%, que son cuatro pesetas más de cada 10.000 para pagar el inicio de la ampliación y la actual cohesión. Y el Consejo dijo que no. Pues nosotros, a grandes males grandes remedios, pedimos pasar a 300 pesetas de cada 10.000. Por que, si no, va a haber un enfrentamiento perenne entre los Gobiernos para ver quién se lleva el dinero de la caja.

P. Da la sensación de que estar en Europa es una manera de recibir dinero por algo: por la leche, el girasol, los olivos...

R. No. Es un enfoque equivocado. Yo hago otro. Parto de que hay una sociedad europea, con sus capas, sus fronteras lingüísticas... Y hay que articularla. Tiene contradicciones. Entre el centro y la periferia o el norte y el sur. El futuro de Europa depende de la capacidad de articular esa sociedad. Esto no puede ser un pugilato por ver quién saca más dinero. Hay que pasar a otra etapa. Y esto es lo que hay. Es posible. Además, o vas tras la utopía o te quedas sin la realidad que estás construyendo.

P. ¿Quién está con esa idea en Europa?

R. Gran parte de Izquierda Unitaria Europea, gran parte del Grupo de los Socialistas Europeos. Y desde la tradición demócrata cristiana hay impulsos a favor de ella. No creo que dividiera completamente a la izquierda de la derecha. Es más de la izquierda que de la derecha, pero puede haber incluso coincidencias con el Partido Popular Europeo.

P. ¿Hay unidad de la izquierda en Estrasburgo?

R. Tenemos una concertación informal. Cuando son debates de futuro, en los que se plantean objetivos, ideales, coincidimos los socialistas, los de Izquierda Unitaria, los Verdes y el Grupo Radical. Y hay coincidencia después del debate. Luego, al votar cosas concretas, se producen mayores diferencias. Creo que porque los socialistas, como los populares, tienen conexiones muy fuertes con sus Gobiernos.

P. La gente habla del euro casi con familiaridad, pero ustedes lo presentan como un horror.

R. Mi posición, la que defendí hace un año, justamente cuando se estaba aprobando, es que la importancia del euro -las aportaciones beneficiosas, incluso psicológicas, para la unidad política- tiene riesgos asociados al plan de estabilidad. Euro, sí, pero no así. Eso fue lo que dije entonces. ¿Cómo vamos a decir que no al euro? Es la culminación del mercado interior; trae transparencia, ahorro; nos preserva frente al dólar o el yen...

P. Parece muy distinto a lo que dice Julio Anguita.

R. Él dice lo mismo de otra manera. Da a sus explicaciones un contenido más ideológico. Y yo, sin perder esa referencia, lo explico más en el campo de la política. Y he tenido siempre pleno respaldo. Como mis compañeros Salvador Jové o Laura González.

P. Menciona a Jové. ¿Es verdad que hubo alguna diferencia en la candidatura?

R. No. Hemos trabajado siempre de acuerdo. Y es justo que se reconozca el enorme trabajo de Jové, y no sólo en el aceite. Yo tengo un equipo de lujo. Puedo ser el capitán, pero hay goleadores impresionantes.

P. ¿Por qué critican tanto la Agenda 2000?

R. El problema es que apela a la ampliación europea para hacer una reforma de la política agraria común. Y, luego, la reforma que se hace no tiene en cuenta la ampliación. Está hecha con criterios internos, muy conservadores. Es la continuación de la de 1992. Sigue produciéndose esa situación de que el 80% de los recursos va al 20% de los agricultores. Y que priman muchas veces más las hectáreas que las producciones. Ya hemos discutido la organización común del mercado del aceite de oliva, pero no está terminada. En la próxima legislatura hay que volver a discutirla. Y hay que hacer lo mismo con el vino, las frutas y las hortalizas, los cereales, el vacuno y las cuotas lecheras. Ése es nuestro trabajo y eso es lo que estamos tratando de explicar al electorado.

P. Ustedes han hecho una campaña diferente, con más datos... ¿Lo apreciará la gente?

R. Confío en que sí. Nosotros explicamos lo que hacemos y lo que hacemos es intentar una mayor justicia distributiva. Eso lo entiende todo el mundo. Defendemos un apoyo a las rentas que tenga en cuenta los límites y las modulaciones. Los límites son que, llegado un nivel, no se reciba más. Pero, además, pedimos la modulación: que lo que se ahorra por arriba se reparta por abajo. Es hacer de Robin Hood, pero sin robar.

P. ¿Si entran nuevos miembros...?

R. Con el actual sistema de indicadores para los fondos de cohesión y estructurales, al entrar Polonia, la República Checa y Hungría, los tres primeros candidatos, cambiarán todos los índices socioeconómicos. España, un receptor neto, pasará a ser un contribuyente neto.

P. Mejor no decirlo en campaña, ¿no?

R. Es la verdad. Por eso queremos un presupuesto real. El sistema de indicadores, al entrar nuevos miembros, tiene que cambiar. Y, además, tiene que haber un mayor presupuesto. Pero eso es una cuestión aparte. Para hacer políticas de integración y redistributivas se necesitan más fondos. Hay varios riesgos para España: que nuestros ciudadanos se conviertan, sobre todo, en consumidores; la deslocalización... Hay industrias que trasladan sus instalaciones a otros países en los que los derechos laborales son escasos y los salarios más bajos.

P. ¿Cómo evitar esa discriminación pagada con fondos comunitarios?

R. Hay que ir a una armonización fiscal. Y los derechos sociales tienen que tener una dimensión europea. Los comités de empresa ya son europeos, pero todavía no son plenamente operativos frente al capital financiero, que se mueve a una velocidad de vértigo.

P. No parece que sean éstos los mensajes de la campaña.

R. Es una campaña de vergüenza. No se está diciendo nada a los electores. De Palacio y Díez la han convertido en un pulso entre ellas y sus organizaciones. No hay un debate europeo, no hay un balance... Me molesta que esto se debata en otros ambientes, académicos e intelectuales, y los políticos no hayamos sido capaces de abordarlo.

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