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El Parlamento inicia el proceso de destitución de Yeltsin por golpista, genocida y traidor

El juicio político abierto ayer a Borís Yeltsin en la Duma enfrenta a Rusia con los peores fantasmas de su historia reciente. Lo hace en un momento crucial, en pleno conflicto entre el Parlamento y el presidente, y en medio de especulaciones de que la crisis abierta con la destitución del jefe del Gobierno, Yevgueni Primakov, puede conducir a escenarios próximos a los de octubre de 1993. Entonces, el líder del Kremlin expulsó a cañonazos de la Casa Blanca (hoy sede del Gobierno) a los diputados que se rebelaron contra la disolución del Sóviet Supremo, reliquia legislativa de la extinta URSS. Ayer en la Duma se acusó a Yeltsin de golpista, asesino, genocida y traidor a la patria. Mañana se espera que haya sentencia.

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Aunque la Duma dicte un veredicto de culpabilidad, Yeltsin no será destituido y lo más probable es que nunca lo sea. El proceso de impeachment debe pasar por dictámenes de los tribunales Supremo y Constitucional (cuyos jueces son nombrados a propuesta del presidente) y por la decisión final del Consejo de la Federación, donde la correlación de fuerzas es mucho más favorable a Yeltsin que en la Cámara baja, dominada por los comunistas y sus aliados. Antes de llegar tan lejos habrán pasado muchas cosas en Rusia, y no necesariamente buenas. En la primera sesión del juicio en la Duma hubo dos fiscales principales y un defensor. Los primeros, ambos comunistas, fueron Vadim Filimonov, presidente de la comisión que estudió las acusaciones, y Víktor Iliujin, que encabeza el Comité de Seguridad de la Duma. El defensor fue Alexandr Kotenkov, representante en la Cámara del presidente, que declinó la invitación a estar presente y a defenderse personalmente. Eso le evitó la mayor humillación de sus casi ocho años como presidente de Rusia, ya que habría sido como sentarse en el banquillo.Filimonov e Iliujin desmenuzaron las "cinco piezas de convicción" antes de pedir la cabeza de Yeltsin. Kotenkov rebatió todos sus argumentos echando con frecuencia balones fuera.

Disolución de la URSS (diciembre de 1991). Según la acusación, la Unión Soviética no se derrumbó por sí sola a finales de 1991, sino como resultado de una "conspiración" urdida por Yeltsin, en beneficio de la OTAN y de Estados Unidos, y con el resultado de conflictos étnicos que causaron un millón de muertos y 10 millones de refugiados. Según la defensa, la URSS ya estaba rota por las declaraciones de soberanía de las repúblicas que la formaban antes y después del golpe comunista de agosto de 1991.

Bombardeo del Sóviet Supremo (octubre de 1993). Según la acusación, Yeltsin dio entonces un golpe de Estado que se cobró la vida de 101 personas en la Casa Blanca y de 46 en la sede de la televisión. Además de abuso de poder, Yeltsin cometió un "asesinato premeditado". Según Kotenkov, el presidente respondió a un desafío ilegal a su poder y evitó un desarrollo incontrolable de la situación y la desintegración del país.

Genocidio contra el pueblo ruso. Según la acusación, la gestión de Yeltsin ha provocado un descenso de más de cuatro millones de habitantes en Rusia, "comparable a las pérdidas por una invasión exterior", mientras que entre 200 y 300 familias se han adueñado de la riqueza del país. La defensa arguye que el descenso demográfico se inició en 1960, y que la población crecía en la antigua URSS por la alta tasa de natalidad en Asia central y el sur del Cáucaso, zonas independientes hoy de Rusia.

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Destrucción de las Fuerzas Armadas. Según la acusación, Yeltsin ha cometido alta traición al debilitar el otrora todopoderoso Ejército Rojo, incapaz hoy de desarrollar con éxito operaciones estratégicas y que sólo podría garantizar la seguridad de las fronteras durante un breve periodo de tiempo. Para la defensa, esta acusación contra Yeltsin es puramente política, y el informe de la comisión no presenta ninguna prueba que lo avale.

Guerra de Chechenia (1994-96). Yeltsin, dice la acusación, empujó a Chechenia al separatismo, violó la Constitución con el decreto que abrió paso a la guerra y actuó de forma criminal porque provocó miles de muertes sin eliminar las causas del conflicto. Según la defensa, sólo con el uso de la fuerza se podía impedir que la república caucásica se independizase de Rusia. Y el Constitucional ya se pronunció en 1995 a favor de Yeltsin sobre este asunto.

Tan sólo la acusación relativa a Chechenia tiene posibilidades de reunir los 330 votos (dos tercios) necesarios para que prospere, ya que los liberales de Grigori Yavlinski han anunciado que la respaldarán, lo que inclinaría probablemente la balanza contra Yeltsin. La solución, mañana.

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