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Reportaje:

El guardián "desokupado"

El Ayuntamiento desaloja del viejo cine de Ciudad Pegaso al hombre que protegía el edificio de invasores

José Armesto, nacido en Lavapiés hace 62 años, duerme desde anoche en la calle. Ayer por la mañana fue desalojado del antiguo cine de la Ciudad Pegaso, que okupaba desde hace 16 años. José abandonó el edificio bajo la atenta vigilancia de una docena de agentes de la Policía Municipal y Nacional. "Es una injusticia, yo he limpiado el barrio de toxicómanos, he sido el guardián del vecindario y ahora me trata así el Ayuntamiento", proclamaba el hombre. José Armesto no entiende todavía por qué le echan del lugar que ha "mimado y protegido de okupas y maleantes". La Gerencia Municipal de Patrimonio ordenó ayer su expulsión por okupa, ya que el bloque va a transformarse en equipamiento para el barrio, según la Junta de Distrito de San Blas.

"Yo no era un okupa", aclara José. "Vivo allí desde hace más de 15 años e incluso estoy empadronado en esa dirección, pero ahora se han empeñado en echarme sin saber a ciencia cierta qué van a hacer con el edificio", dice. Fue en 1983 cuando José descubrió el edificio. Se encontraba sin empleo y sin hogar. Asegura que trabajaba y vivía en casa de una señora que tenía un taller de reparación de radios y televisiones en Canillejas. "La mujer murió y me quedé en la calle. Un mes después se celebró en el cine, que ya no funcionaba como sala de proyecciones, una entrega de juguetes y vi que parte del bloque estaba ocupado por gente. Eran toxicómanos y a uno de ellos le caí simpático y me quedé". José rememora que en aquel rincón había drogodependientes, mucho hachís y algunos problemas. "Puedo decir bien alto que acabé con todos esos males y con todo el tinglado que tenían montado. Que se lo pregunten a cualquiera del barrio, a la Guardia Civil y a la policía".

En un cuarto sombrío de la vieja sala de exhibición, el hombre dormía, comía, y a veces arreglaba televisiones y radios a algunos vecinos. Además, presume de que ejercía de guardián en el vecindario y de portero de la sede de la asociación vecinal de Las Rejas. Después del desalojo, los técnicos municipales vallaron la única puerta de acceso al cobijo de José. "No sé por qué hacen eso. No voy a volver, dormiré en la calle. Tampoco ocuparé otro edificio y seguiré sobreviviendo de las 40.000 pesetas que me da la Comunidad de Madrid. He pedido un piso social, pero me han dicho que tendré que esperar mucho tiempo".

Dos decenas de vecinos acudieron a respaldar a José . "Estamos aquí para apoyarle, le echan pero sin darle alternativas", dijo uno de los residentes. No todos los vecinos animan al viejo guardián. Algunas personas aseguran que se emborrachaba con frecuencia y molestaba a la gente. "Todo eso que él dice no es tan cierto. Él aquí ya no hace falta", apuntó una mujer en un parque próximo.

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