_
_
_
_

A pelotazo limpio

Tras décadas de incomunicación, Cuba y EE UU disputarán por fin en el campo su pasión común: el béisbol

Como dos puentes sobre las aguas turbulentas que separan a Washington de La Habana, el béisbol y la buena música unirán esta semana a cubanos y estadounidenses por encima de los rigores de su particular guerra fría. La primera iniciativa, el partido de béisbol que jugarán el próximo domingo en La Habana una selección de los mejores peloteros cubanos con el equipo de los Orioles, de las grandes ligas de EE UU, no fue fácil de coordinar: la negociación del encuentro duró tres años y necesitó incluso el visto bueno del presidente Bill Clinton. Poco después de que termine el polémico juego, Peter Frampton, Tracy Chapman, Gladys Knight, James Taylor y otros 80 músicos norteamericanos y cubanos de primera ofrecerán un gran concierto en La Habana, tras haber pasado juntos una semana componiendo en el hotel Nacional.Más de 400 periodistas norteamericanos viajarán a la capital cubana para cubrir el partido. La gran expectación que ha despertado el juego en ambos países, tan enemigos como unidos por la pasión por el béisbol, es justificada. Se trata del primer tope en 52 años entre un equipo cubano y uno de las ligas mayores de EEUU, y, más aún, el primer encuentro entre un equipo profesional de EEUU y uno de la Cuba de Fidel Castro, donde todo el deporte es aficionado por decreto.

El morbo que rodea este partido es abundante. En virtud del embargo, los seguidores norteamericanos de los Orioles no podrán viajar a la isla, lo que ha despertado protestas en EEUU. Y los cubanos tampoco podrán presenciar el de vuelta, el 3 de mayo en Baltimore.

El mismo embargo fue el que impidió la celebración del juego durante tres años, a pesar de la petición y las gestiones hechas ante el Departamento del Tesoro y de Estado por el dueño de los Orioles, Peter Angelos. No fue hasta el pasado 5 de enero cuando Clinton autorizó el partido entre un paquete de medidas de "flexibilización", las cuales, por cierto, fueron rechazadas por el Gobierno cubano como "un engaño".

Resuelto el principal obstáculo, una delegación de los Orioles viajó a La Habana y se puso de acuerdo en las reglas -como usar bate de madera, y no de aluminio- y otros detalles, pero la negociación estuvo a punto de fracasar. Cuba quería emplear el dinero generado por los partidos en ayudar a las víctimas del Mitch, mientras que EEUU exigía que fuera distribuido en la isla por organizaciones caritativas religiosas.

Al final, todo se arregló -el dinero se destinará "principalmente a apoyar el béisbol en los dos países"- y el domingo los peloteros cubanos y norteamericanos se verán las caras ante 55.000 aficionados en el estadio Latinoamericano de La Habana. Horas después, gracias a la iniciativa Alan Roy Scott, director del programa Music Bridge Project, 80 músicos norteamericanos y cubanos ofrecerán un gran concierto gratuito en el teatro Carlos Marx de la capital. Los artistas de EE UU llegarán hoy a la isla y se pasarán una semana componiendo temas con sus colegas cubanos en el hotel Nacional. El domingo próximo, todos saldrán a escena: la idea es que el concierto comience con la canción de Simon y Garfunkel Puente sobre aguas turbulentas. Una buena elección, y lección.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_