_
_
_
_
_

El Ayuntamiento prohíbe la exhibición y venta de revistas 'porno' en quioscos

Antonio Jiménez Barca

El Ayuntamiento de Madrid prohibirá, por medio de una ordenanza, la venta y exhibición en los quioscos de prensa de "publicaciones pornográficas cuya comercialización esté reservada, conforme a la legislación vigente, a establecimientos específicos", como los sex shops. La nueva ordenanza, que el PP aprobará en el próximo pleno, no precisa el límite legal entre las revistas con permiso para seguir en los quioscos y las obligadas a recluirse en locales especializados.El abogado de los vendedores de prensa, Javier Soto, se pregunta: "¿Dónde está la diferencia entre lo pornográfico y lo que no lo es?". La "legalidad vigente" en la que se apoya el texto del Ayuntamiento para separar las revistas permitidas de las que deberán abandonar la calle radica en un real decreto fechado el 4 de junio de 1982, en época de UCD, que se encarga de regular "determinadas actividades contrarias a la moral y a las buenas costumbres".

Más información
"Los turistas son los que más 'porno' compran", afirman los vendedores

En esta norma se especifica que las "publicaciones de carácter pornográfico", sin más matices, no podrán ser exhibidas ni vendidas en "escaparates, interior o exterior de otros establecimientos abiertos al público, en quioscos y, en general, en lugares de vía pública". Los vendedores de prensa, según se ha cuidado de asegurar su abogado, no han hecho "causa común" de esta prohibición. "A la mayoría de los quiosqueros no les importa dejar de vender revistas pornográficas; es más, muchos ni las tienen porque no se venden tanto como parece y piensan que está muy bien que las vendan sólo los sex shops", señala. Han sido, precisamente, las peticiones de estos establecimientos las que han causado que los técnicos municipales del Área de Coordinación, dependiente de la concejal Mercedes de la Merced, incluyeran este punto de manera tan explícita. El texto de la nueva ordenanza, que cuando entre en vigor sustituirá a la actual, aprobada en 1985, se aprobará en el pleno del próximo viernes. Los técnicos municipales han tardado más de un año en terminarla, tras intensas negociaciones con los vendedores de prensa. "El asunto de la pornografía es, quizá, el menos importante para los vendedores; hay aspectos de más entidad, como la publicidad, el tiempo de concesión o la posibilidad de contar con colaboradores", asegura Soto. PASA A LA PÁGINA 3

La ordenanza prohíbe vender tabaco y caramelos en el quiosco

VIENE DE LA PÁGINA 1 La ordenanza que regulará la venta de prensa y revistas en los quioscos callejeros también se ocupa de un apartado polémico por las protestas que ha desatado en el sector comercial. Estará prohibida la venta de tabaco, caramelos, encendedores o bolígrafos, "lo atípico", según los define el abogado de los vendedores de prensa.

Se podrá vender "prensa y publicaciones periódicas, sea cual fuere su naturaleza o especialidad". Asimismo, los vendedores podrán comercializar "títulos de transporte [como el bonobús] o aparcamiento, tarjetas de teléfono y aquéllos de este mismo orden que pudiera autorizar el Ayuntamiento". Además de las revistas pornográficas, se prohíbe la venta de publicaciones "contrarias a la Constitución o que constituyan apología de la violencia, la xenofobia o la delincuencia".

Si se incumple la normativa, habrá multas. Vender tabaco, caramelos o publicaciones no autorizadas constituye una falta grave, lo que acarrea una sanción comprendida entre las 15.000 y 25.000 pesetas. Si el vendedor persiste, la infracción pasará a la categoría de muy grave, con lo que la multa aumentará hasta las 50.000 pesetas.

Negocio

Los vendedores de prensa, que aceptan de buen grado la prohibición de exhibir revistas pornográficas, ven con peores ojos que no les permitan vender a los clientes tabaco o caramelos. "En primer lugar", comenta Juan José González, vendedor de prensa, "porque no constituye un negocio para nada". González, que regenta un quiosco situado en Ciudad Lineal, asegura que con la venta de cigarrillos no saca más allá de 5.000 pesetas al mes. "No es por el dinero que ganamos, sino porque damos un servicio al cliente", explica este vendedor. González añade que a las seis de la mañana "no hay nadie que dé tabaco en la calle y la gente lo pide". Para González, no tiene sentido que los estancos se quejen por la competencia, ya que es ahí, precisamente, donde los vendedores de prensa adquieren los cigarrillos.

Con la ordenanza aprobada durante el mandato socialista, en 1985, tampoco se podían vender tabaco o caramelos. Pero la mayoría lo hace. Y hay muy pocas sanciones por esta infracción.

El abogado de los vendedores asegura, además, que, cuando hay sanciones y se recurren, "normalmente pierde el Ayuntamiento". Para el letrado, la cuestión se cifra al final de ser rigorista del Policía Municipal. Los vendedores de prensa aseguran que el hecho de comerciar con tabaco o caramelos seguirá como hasta ahora, a pesar de la entrada en vigor de la nueva ordenanza.

Mercedes de la Merced aseguró ayer que no son los estancos los que han criticado las actividades de los vendedores de prensa, sino los bares, que también venden cigarrillos.

"Con los otros productos pasa lo mismo", explica González: "Si alguien viene y me compra una revista de pasatiempos y luego me pide un bolígrafo para rellenar los crucigramas, pues tendré que vendérselo".

Los vendedores pidieron también autorización para colocar anuncios publicitarios no relativos a la prensa en sus establecimientos. Pero De la Merced no aceptó. "Ya hay demasiada publicidad en las calles", explicó ayer la concejal.

Otro de los proyectos que los vendedores de periódicos presentaron al Ayuntamiento es el del "quiosco del siglo XXI". González explica que este puesto futurista "tendría que tener más de punto de información ciudadana que de quiosco de prensa". Para este vendedor, el puesto de periódicos, lejos de limitarse a la venta de publicaciones o revistas, debería servir para "comprar una entrada de teatro o para enterarse de los servicios municipales". Más que lugares donde comprar el periódico, servirían "como punto de encuentro de los ciudadanos del barrio". "En Francia ya se han hecho algunos experimentos de este tipo", añade.

El abogado de los vendedores de prensa asegura que uno de los puntos que más importaba a sus defendidos era el relativo al tiempo de concesión del quiosco. "Antes era por cinco años, ahora por quince y con una prórroga automática", asegura Soto. "Y con los tiempos que corren, un trabajo para 30 años es como la lotería", bromea el letrado.

Colaborador

Otro de los aspectos que han conseguido los vendedores de prensa es el que se homologue la figura del colaborador, que podrá ayudar al vendedor dueño de la concesión.

En caso de fallecimiento, jubilación o incapacidad probada del titular de la concesión, ésta podrá pasar a sus descendientes en primer grado o a sus padres. Si no existen vacantes, el quiosco quedará vacante. Para optar, en caso de vacante, a uno de los 1.200 quioscos de prensa que ahora se reparten por las calles de Madrid, lo que más cuenta es la "necesidad económico-social". Esto proporciona hasta cuatro puntos. La condición de minusválido también otorga dos puntos a la hora de competir por un puesto de periódicos, según la nueva ordenanza. La experiencia acumulada de cinco años por un colaborador también contará ahora cuando se opte a un quiosco de prensa. Cinco años trabajando como colaborador equivaldrán a un punto.

Un punto que no ha variado: los puestos de prensa deberán tener un diseño homologado por el Ayuntamiento, que, en el caso de los quioscos situados en el centro histórico, "podrán tener un modelo que guarde armonía con el entorno urbanístico de la zona", reza el texto.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_