El entorno de la Universidad Cisneriana de Alcalá se reservará sólo a los peatones
El entorno actual de la Universidad Cisneriana, cuya fachada plateresca es la joya monumental del recinto alcalaíno, declarado Patrimonio de la Humanidad, se convertirá en el 2000 en una imagen para el recuerdo. Será así gracias a los 140 millones de pesetas que invertirá la Comunidad en su reforma, la primera desde 1960. Los cambios serán sustanciales: desaparecerán tres calles y todos los aparcamientos y se duplicará la superficie reservada a los peatones. La lonja conservará el gris del pavimento de granito y el resto se cubrirá con un solado cerámico de color rojo.
El proyecto, firmado por el arquitecto municipal Cristóbal Vallhonrat y el de la Comunidad, Guillermo de la Calzada, se expondrá al público durante un mes, con planos y maquetas. La fecha aún no se ha fijado. "Queremos que sea un proyecto secundado por los alcalaínos", dijo ayer, durante su presentación, el alcalde complutense, Bartolomé González (PP). El Ayuntamiento y la Comunidad se curan así en salud, tras la reciente polémica por la reconstrucción de una vivienda aneja a la Casa de Cervantes.La reforma de la plaza también suscitó una polémica hace un año. La universidad encargó al arquitecto italiano Giorgio Lombardi un proyecto orientativo para mejorar su aspecto, habida cuenta de que los dos grandes cuarteles que la cierran al oeste tendrán el siglo que viene usos universitarios. Lombardi talaba los 12 cedros plantados en 1960 frente a la fachada y que impiden una visión de conjunto de la misma. La oposición municipal y muchos vecinos pusieron el grito en el cielo.
"Son árboles catalogados, los vecinos los quieren y esa fachada no fue ideada por Gil de Hontañón a principios del siglo XVI para verse desde una plaza despejada. Por eso concentra sus relieves en la parte central", explica Vallhonrat. Frente a la fachada había dos inmuebles; uno de ellos, un colegio universitario. Los cedros están en lo que fueron sus claustros, y la zona que se sembrará de césped delimitará lo que fue la planta de ambos edificios.
Lo que sí desaparecen son calles. Las aceras y calzadas de Pedro Gumiel se convierten en una prolongación de la lonja de la Cisneriana, pavimentada en losas de granito gris. La calle de las Beatas, en una plaza de suelo rojo presidida por un reloj de sol. También desaparecerá la calzada situada entre los cuarteles y la lonja. Un reguero de agua, que recuerda a las fuentes árabes de la Alhambra, vertebrará esta zona. La estatua del fundador, el cardenal Cisneros, se mudará a su cabecera. Desde su pedestal, el cardenal observará cómo el pavimento refleja la portada de su segunda gran obra, la Biblia políglota complutense.
El arco de los Condueños
La reforma de la alcalaína plaza de San Diego incluye la reconstrucción de la silueta del arco de ladrillo que daba entrada a esta zona universitaria, en honor a la gesta que en 1850 salvó de su destrucción el Colegio de San Ildefonso o Universidad Cisneriana, y la manzana de edificios que lo rodean. Estaba situado sobre la calle de Pedro Gumiel y su balcón servía de palco al rector y otras autoridades para asistir a los actos solemnes en la plaza de Cervantes.En 1850, tras el traslado de la Universidad a Madrid, un particular compró los edificios de la institución. El arco fue de lo primero que atacó la piqueta. Su desaparición movió a los alcalaínos de a pie a constituir la Sociedad de Condueños y comprar toda la manzana de la Cisneriana por 80.000 reales, velando por ella hasta que volviese la institución de enseñanza superior.
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